Rubalcaba se rodea de su 'núcleo duro' y solo indulta a Griñán, nuevo presidente del PSOE
La dirigente catalana se autoexcluye de la Ejecutiva pero mantiene abierta la posibilidad de volver a plantar batalla
SEVILLA.Actualizado:Gana su proyecto y gana su gente. Alfredo Pérez Rubalcaba había prometido integración y pasó la noche en vela negociando con las federaciones el reparto de poder en la nueva ejecutiva federal del PSOE, pero pocos de los puestos clave serán finalmente ajenos a su auténtico núcleo duro. Su mano derecha, y jefa de campaña en las elecciones del 20-N, Elena Valenciano, sustituirá a José Blanco al frente de la vicesecretaría genera, el líder de los socialistas castellano-leoneses, Óscar López, será el nuevo secretario de Organización y el lehendakari Patxi López ocupará la secretaría de Relaciones Políticas.
No es nada nuevo. También José Luis Rodríguez Zapatero, que ha pasado a la historia del partido como el gran reconciliador, hizo una primera dirección a su medida con aquellos que lo habían impulsado en 'Nueva Vía', pese a ganar por un escasísimo margen de nueve votos. Fue luego, una vez su equipo superó el período de rodaje, cuando empezó a tirar de 'vieja guardia' y, por supuesto, del propio Rubalcaba, que en el 35 Congreso había apostado por Bono.
Ahora, el esquema se repite. Aunque Rubalcaba ha hecho una concesión de calado a quienes han sido sus rivales en este tenso y agrio 38 Congreso: la presidencia del partido, en manos de Manuel Chaves desde el año 2000, pasa a su sucesor en la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán.
Lavar la cara
La decisión -que causó no pocas sorpresas entre quienes se perdieron la intensa madrugada de idas y venidas a la oficina del flamante líder, en el Hotel Renacimiento- tiene una lectura inmediata y otra más compleja. Con ella se salva mínimamente la cara al líder de los socialistas andaluces, el único 'barón' que junto a Patxi López conserva algo de poder institucional, después de su arriesgada maniobra a favor de Carme Chacón. La baza gratutita que había dado al PP a dos meses de las elecciones regionales queda matizada.
Pero, en clave interna, hay más. Su nombramiento permitió al sector encabezado por Chaves y su lugarteniente, Gaspar Zarrías -ahora secretario de Ciudades y Política Municipal-, bloquear la entrada de 'griñanistas' de peso en la ejecutiva. La cuota andaluza asciende a cinco puestos entre secretarios y vocales; ninguno 'pata negra'.
La alineación final, marcadamente 'rubalcabista', fue recibida con reproches por parte de algunos de quienes hasta el mismo sábado quisieron aupar a Chacón a la secretaría general. No porque ella quede al margen -esa fue una decisión voluntaria que algunos interpretan como la prueba de que mantiene intactas sus aspiraciones y se quiere preservar para el futuro-, sino porque defendían que con una victoria de poco más del 51% de los votos, el equilibrio de fuerzas debería haber sido mayor.
En la dirección federal defienden que es lógico que el secretario general quiera contar con su gente de confianza para desempeñar la tarea de reconstruir un partido seriamente erosionado. Y acusan a sus rivales de haber tensado la cuerda durante toda la noche en su intento de «negociar en bloque para reclamar el 49% de los cargos». Al final el 'acuerdo' llegó cuando ya había amanecido, pasadas las ocho de la mañana.
Encaje 'chaconista'
Lo cierto es que en la nueva dirección del PSOE hay miembros de aparatos territoriales que se han significado de manera taxativa contra Rubalcaba, como el antaño secretario de Organización del PSC, José Zaragoza, o la número dos de Tomás Gómez en el PSM, Maru Menéndez. Pero ambos deben conformarse con ser dirigentes rasos.
En posiciones relevantes están, en cambio Antonio Hernando -que como Óscar López trabajó durante mucho tiempo a las órdenes de José Blanco y que, como él, estuvo en el equipo negociador de la nueva dirección-; Jesús Caldera, eterno coordinador de programas; o los portavoces de la candidatura del exvicepresidente, Juan Mosocoso y María González Veracruz.
Algunos, entre los propios defensores de Rubalcaba, temían que con estos mimbres la votación de los órganos federales en plenario lograra poca unanimidad. Pero no fue así. El porcentaje de respaldo de los 956 compromisarios con derecho a voto fue de algo más del 80%. Suficiente para que el nuevo líder hablara de unidad. «Son 30 puntos de integración», presumió en un brevísimo discurso ante el plenario.
Ahora queda la incógnita de cómo evolucionarán las cosas. Al PSOE aún le quedan por vivir tiempos duros. «Vamos a tragar mucha arena», decía gráficamente uno de los hombres fuertes de la nueva dirección en una versión moderna de la ya manida 'travesía del desierto'. Lo más inmediato, los congresos regionales (elecciones andaluzas y asturianas al margen). El liderazgo del que lo ha casi sido todo en el partido socialista aún tiene que consolidarse.
Se presentó al 38 Congreso como opción transitoria. Pero nadie descarta que si las cosas van bien aspire a presidir el Ejecutivo. Como nadie descarta que Chacón cabalgue de nuevo. «El resultado del sábado -defienden los suyos- la legitima».