La Puerta de Occidente y las Columnas de Hércules
CATEDRÁTICO DE PREHISTORIA Actualizado: GuardarEl escudo de Andalucía ostenta un logotipo, basado en el de la ciudad de Cádiz, mostrando la figura de un Hércules joven entre dos columnas que la tradición sitúa en el Estrecho de Gibraltar. Pero no siempre ha sido así, como nos ha transmitido Estrabón en su libro III sobre Iberia -escrito en época de Augusto- y en el capítulo sobre Cádiz. Desde la antigüedad se ha discutido sobre el significado de estos símbolos y el lugar de su ubicación en el distante Occidente. Lo que demuestra la importancia que ha tenido este hito geográfico en el imaginario antiguo y actual, objetivado en sendas columnas.
Tras el relato de Estrabón, sobre la fundación de Gadir, sigue la descripción y discusión de las Columnas de Hércules a las que dedica un largo discurso sobre consideraciones y razonamientos de su situación y significado, basados en las opiniones de otros historiadores y geógrafos griegos. El problema lo plantea sucintamente cuando escribe que «.unos creen que los promontorios que forman el estrecho son las Columnas, mientras que otros las identifican con las Gadeira -las islas gaditanas-, habiendo quien cree que están fuera, más lejos de las Gadeira». Es decir, las Columnas se erigen en los promontorios de Abila y Calpe, en el norte de Africa y España, o son dos islitas, una de las cuales llaman isla de Hera, donde había un santuario dedicado a esta divinidad, o bien las sitúan en Cádiz refiriéndose a las dos columnas del templo de Melqart o Heracles. En cuanto a los nombres también hay divergencias. El poeta Píndaro -entre el 510 y 440 a.C.- las denomina 'puertas gaditanas', Aristóteles, en el siglo IV a.C., dice que las columnas que «. ahora se llaman de Hércules antes se llamaron de Briareo», mientras que Timeo, en la misma época, se refiere a la Puerta Tartesia, Euforión, hacia el 230 a.C., argumenta que en principio se conocían como Columnas de Cronos, más tarde de Briareo y, por último de Hércules, Flavio Arriano, en el siglo II d.C., las menciona como Columnas de Heracles, Porfirio, en el siglo III, 'Estrecho Gaditano' y Apuleyo, a mediados del siglo II, como 'Columnas Gaditanas'. Los diferentes nombres se refieren a un mismo concepto: la demarcación, mediante un concepto simbólico -las columnas como 'axis mundi'-, del extremo del Mediterráneo y los comienzos de otro mar, de una referencia espacial a la que alcanzaron las hazañas de Hércules que también son las expediciones fenicias y griegas a un mundo anhelado por sus riquezas en metal.
Mas las Columnas también fueron un lugar sagrado donde se erigieron templos a Hércules, como nos informa R.F. Avieno en su poemario 'Ora Maritima' -siglo IV d.C.-, recogiendo informaciones más antiguas del ateniense Euctemón. El poeta escribe que entre el país líbico -el norte de Africa- y la costa de Europa yacen dos islas que se conocen como columnas de Hércules, separadas por treinta estadios, inhospitalarias, cubiertas de espesos bosques, y en ellas hay templos y aras dedicados a Hércules donde los navegantes llegados al lugar sacrifican al dios y se alejan presurosos, pues se tiene por sacrilegio permanecer en las islas. Se contaba también que, junto a las islas, el mar es muy poco profundo en una gran extensión, lo que impedía a los barcos cargados acercarse a estos parajes por la poca profundidad de las aguas y el espeso lodo de la costa. El paisaje descrito alude claramente a islotes emergentes cercanos a las costas africanas e hispanas.
Para el navegante, estas columnas en sentido simbólico, son hitos o puertas figuradas, que separaban a ambos mares, y suponían sobre todo el acceso a Gadir y a Tarteso, una región plena de recursos económicos a la que llegaron durante el siglo IX a.C., para comerciar primero y establecerse más tarde. De ahí su importancia, su carácter simbólico, religioso, político, fronterizo, étnico y referente geográfico. Una verdadera puerta entre dos mares, una frontera, abierta a las ricas zonas de la Bahía gaditana -el centro fenicio más importante de Occidente-, bajo Guadalquivir y región minera onubense, donde se situaba el centro político y comercial de la legendaria Tarteso. Una puerta sólo accesible para quienes controlaban las riquezas y el comercio del rico Occidente por entonces.
Lo cierto es que fue costumbre levantar hitos allí donde los dioses o conquistadores -ambos inseparables- habían culminado sus viajes o dominios, tomando esos lugares sus nombres, que se conservaron resistiendo el tiempo hasta la actualidad. Pero estos nombres fueron diversos, como hemos visto, y también los lugares de la ubicación de estos hitos, como detalladamente nos informa Estrabón. Poco importa cuáles fueron sus verdaderos nombres, pues todos son verdaderos, Abila y Calpe -en la época de Estrabón-, puertas gaditanas, columnas de Briareo -el gigante cien brazos hijo de Urano y Gea-, puerta tartesia o columnas de Hércules, como comúnmente se las denomina. Personalmente creo, como los indígenas iberos y africanos de esos tiempos, que las famosas columnas son las del santuario de Melqart-Heracles-Hércules, que portaban inscripciones fenicias registrando los gastos invertidos en la construcción del santuario.
Las Columnas de Hércules hoy constituyen parte sustancial de los logotipos de los escudos de Andalucía y de Cádiz, como reflejos de un pasado mítico y real en el que Occidente fue la región más culta y rica del Mediterráneo, codiciada y envidiada por muchos. Hoy sólo queda el pálido reflejo de un tiempo sumergido en el ensueño de una historia pasada que ya no es. Pero sus vestigios permanecen dormidos en el subsuelo a la espera de la voz que diga 'levántate y anda'. Ojalá así sea.