El escritor Jorge Volpi participa hoy en el ciclo 'Letras capitales'. :: L. V.
LITERATURA

«La ficción es vital para la supervivencia»

El ensayista mexicano ahonda en la relación entre la neurociencia y la novela en 'Leer la mente'Jorge Volpi Escritor

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Licenciado en Derecho y doctor en Filología por la universidad de Salamanca, Jorge Volpi (México, 1968) se ha lanzado a abordar la relación entre el arte y la neurociencia en su último ensayo 'Leer la mente. El cerebro y el arte de la ficción' (Alfaguara). Premio Biblioteca Breve por 'La paz de los sepulcros', el autor y profesor de Universidad asegura que nuestra mente se comporta igual ante situaciones o imágenes reales que ante las ficticias, de forma que las historias contribuyen a mejorar el conocimiento humano del mundo, así como de nosotros mismos. Aunque en su trabajo se centra en el efecto que tienen las novelas sobre las personas, también aborda esta cuestión atendiendo otros medios como el cine, la televisión o los videojuegos. En uno de sus últimos artículos publicados, además, propone la necesidad de que las escuelas enseñen a los niños pautas para acercarse a la ficción en sus diferentes variantes, de forma que se construyan un pensamiento crítico que les permita sortear los peligros que esta entraña.

-Dice en su libro que el cerebro se reacciona igual frente a la realidad y a la ficción.

-Sí, el cerebro no distingue entre las imágenes que proceden de la realidad y las de la ficción, sino lo que hace es asociar a una imagen el origen y discernir si es algo que vivió directamente o leyó en un libro. Aunque a veces esto se rompe y nos confundimos, nos pasa a todos, y no sabemos distinguir de dónde procede un recuerdo. En el caso de la esquizofrenia, esto se rompe del todo y el cerebro no puede hacer tal distinción, así se viven momentos de la ficción como propios.

-¿De dónde surge esa necesidad que tenemos los seres humanos de vivir historias? ¿Quizá como forma de escapar a una existencia gris?

-No. Esta pasión por las historias, ya sean literarias, cinematográficas o televisivas, depende de una herramienta evolutiva. La ficción es como una ganancia que tenemos los seres humanos que deriva del funcionamiento del cerebro, que siempre busca adelantarse a los hechos. Así se desarrollaron las neuronas espejo, las de la empatía, que nos hacen imitar el comportamiento de los otros y predecirlo. La ficción lo que permite es vivir otras vidas, ponernos en situaciones que no se darían en la vida real. Así, nos ayuda a comprender mejor nuestro comportamiento y el de los otros.

-¿Ocurre lo mismo con el cine y la televisión, donde las imágenes vienen dadas y no hay que imaginarlas?

-El cerebro se comporta de la misma manera, ya que cuando leemos también transformamos las palabras e imágenes. Eso permite tener un mayor grado de libertad a la hora de pensar. Si tenemos a Anna Karenina en la pantalla, será la actriz que la representa. Sin embargo, si la leemos, nosotros le aportamos aquellas características que no nos proporciona Tolstoi.

-Dice que aun así leer no nos hace mejor personas pero, ¿felices sí?

-Tampoco necesariamente. Lo que nos da leer sobre todo ficciones profundas es un mayor conocimiento de lo humano. Eso no nos hace necesariamente mejores personas porque ha habido grandes lectores como Stalin que han terminado cometiendo muchas crueldades y también ha habido tiranos que no han leído ningún libro.

-¿En las novelas es dónde realmente podemos ser libres?

-Al menos hay mayores márgenes de libertad. La libertad no es absoluta porque el narrador es el que va guiando al lector a través de un camino que es suyo. Según la filosofía, parece ser que solo en las decisiones realmente vitales y meditadas es donde radica esa libertad.

-¿Y qué experimenta el narrador en la ficción?

-La capacidad de crear es más libre, hay más control, pero no absoluto. A veces es como si nuestro cerebro es el que fuera narrando, más que nosotros mismos.

-En el libro apunta que la ficción es imprescindible para nuestro bienestar, ¿también para sobrevivir?

-Sí, claro. Es una herramienta evolutiva que nos ha llevado a sobrevivir mejor y conocernos mejor, es vital para la supervivencia de la especie.

-Ha trabajado durante años en un canal de televisión en México. ¿Qué poder tiene ésta sobre las personas?

-Al ser una televisión cultural, pública, tenía que contrastar esta con la parrilla de las televisiones generalistas, las más importantes en México. Sigue siendo una herramienta fantástica para la creación de buenas historias y la reflexión, pero desgraciadamente prevalece el entretenimiento más torpe, que solo alienta las pasiones más inmediatas de la audiencia.

-Siempre se ha dicho que ver la televisión es algo tan pasivo que potencia el 'encefalograma plano', ¿eso es un mito entonces?

-Claro, por supuesto. Hay libros que son tan sosos y aburridos como programas de televisión y al revés.

-Esto crea un problema, ya que es un argumento que pueden empezar a esgrimir los más jóvenes...

-Yo propuse en un artículo que en las escuelas primarias hubiera clases de ficción. Donde se muestre a los niños la equivalencia entre las historias que se enseña a los niños en los libros, la televisión, el cine o los videojuegos. Así no habría tanta distinción entre la lectura y los otros, dejaría de verse como algo aburrido y las otras actividades como entretenidas. Además, así los más pequeños podrían discernir entre lo que les ofrecen todos estos medios.

Espíritu crítico

-Ya ha expuesto los beneficios de la ficción, pero hay muchas historias, sobre todo en el cine, que muestran una visión poco realista de cuestiones varias, como por ejemplo las relaciones. ¿Cómo luchar contra esto?

-El gran peligro es que la tendencia del cerebro es imitar aquello que leemos o vemos en la ficción. Eso puede ser negativo, el estar sometido a modelos que no son buenos. Lo que hay que hacer es usar elementos críticos frente a esa ficción.

-Pero a la vez consumir historias cultiva a las personas y fomenta ese espíritu crítico, ¿no es así?

-Claro. A pesar de todo, hay que distinguir entre ficciones profundas (que no se contentan en repetir fórmulas de éxito sin nada de reflexión) y aquellas donde se nos confronta y se nos induce a pensar.