Las cicatrices de Leonard Cohen
El álbum constituye un espacio para el análisis sobre los temas alrededor de los cuales gira la existencia del ser humanoEl artista publica 'Old ideas', un disco en el que reflexiona sobre el amor, el sexo, la muerte y Dios
MADRID. Actualizado: GuardarEl pasado 21 de octubre, el Teatro Campoamor de Oviedo quedó bañado por las lágrimas de los asistentes a la ceremonia de entrega de la XXXI edición de los Premios Príncipes de Asturias. El responsable fue un señor de 77 años que conquistó al público allí congregado con su elegancia y su buen humor, pero, por encima de todo, con su calidez humana. Él, que poseía el rostro más célebre de cuantos eran homenajeados en dicho acto -en reñida disputa con el atleta etíope Haile Gebrselassie-, no había dudado en hacer el día anterior una cortés reverencia a la banda de gaiteros que recibía a los distinguidos a las puertas del Hotel Reconquista. Un pequeño gesto que denotaba su profundidad espiritual.
Contó Leonard Cohen en ese Teatro Campoamor de dónde venía todo lo bueno que su música y su poesía ha deparado al mundo a lo largo de décadas y décadas de prodigiosas obras emanadas de su mente. El responsable primigenio, explicó, fue un joven español que le había enseñado «esos seis acordes que han sido la base» de todas sus canciones. Cohen le había descubierto tocando una guitarra flamenca en un parque de Montreal y le suplicó que oficiase de profesor para él. Lo hizo hasta que un día el hombre que habría de convertirse en leyenda llamó a la pensión en la que vivía el muchacho y le contaron que este se había suicidado.
Si de Dylan dijo el jurado que concede esos galardones que fue el «faro de una generación que tuvo el sueño de cambiar el mundo», de Cohen subrayó que es el autor de «una obra literaria que ha influido en tres generaciones de todo el mundo, a través de la creación de un imaginario sentimental en el que la poesía y la música se funden en un valor inalterable». No es probable que ni uno ni otro ganen un día el premio Nobel de Literatura, pese a las legiones que hacen campaña en defensa de sus méritos respectivos, pero la admiración que se les profesa en todo el mundo deja eso en un plano secundario.
Tratado filosófico
Cohen -también Dylan- goza de una serenidad que nace de la combinación de un talento innato y las cicatrices que ha dejado en su alma ese sabio anciano llamado tiempo. Poco a estas alturas debe sorprenderle y lo que ahora le toca es transmitir algo de lo mucho aprendido a través de sus poesías y canciones. Es precisamente eso lo que hace en 'Old Ideas', su nuevo álbum de estudio -el primero que ve la luz desde que en 2004 lanzase 'Dear Heather'-, que sale a la venta el 31 de enero.
Distribuido por Columbia Records, sello perteneciente a Sony Music y al cual Cohen es fiel desde 1967, 'Old ideas' constituye un espacio para la reflexión sobre los temas alrededor de los cuales gira la existencia del ser humano desde que este pisó por primera vez la Tierra. El amor, el sexo, el sentimiento de pérdida, la relación con la divinidad y la muerte son los ejes sobre los que pivotan los diez temas que integran el álbum, de profundo carácter espiritual.
'Going home' es el encargado de abrir este tratado filosófico pergeñado por un hombre empeñado en expresar a través «de los estrictos cánones de la dignidad y la belleza» la «gran derrota que nos espera a todos», según remarcó con motivo de la entrega de los Premios Príncipe de Asturias.
Sumido en un diálogo con Dios, quien le espeta «Leonard, lazy bastard (Leonard, bastardo perezoso)», el artista ofrece su manual para convivir con la derrota, en el que el sarcasmo, la ironía, el amor y el dolor son ingredientes esenciales.
Toma el testigo 'Amen', un prolongado y descarnado intento por calmar el dolor de la existencia imbuido de melancólicos tintes de corrido mexicano y country que se levanta como la perfecta banda sonora para los desolados parajes retratados por el mejor Cormac McCarthy. Recita entonces Cohen los versos de 'Show me the place', un tema de perfecta contención, de ritmos lentos y evocaciones celtas mezcladas con coros gospel que ornamentan la interrogación sobre el lugar en el que «empezó el sufrimiento».
The darkness', el segundo single del disco, ahonda en ese sentimiento de aceptación de lo que está por venir. «No tengo futuro. El pasado durará pero la maldita oscuridad también», canta Cohen en un tema cercano al blues más tradicional y dominado por el órgano Hammond.
Completan 'Old ideas' temas como 'Anyhow', donde Cohen expresa la vulnerabilidad de su corazón; 'Crazy to love you', con acordes de guitarra española; 'Come healing', una balada gospel acariciada por suaves voces femeninas; 'Banjo', con ritmo de blues; 'Lullaby', interpretada con su voz más tierna; y 'Different sides', donde vuelve a recurrir al órgano Hammond para facturar un tema que le permite reírse de sí mismo.