Editorial

Otra esperada cumbre

Es probable que el Consejo Europeo de hoy rubrique el nuevo Tratado de disciplina fiscal

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La cumbre que el Consejo Europeo celebra hoy en Bruselas va a reunir a los presidentes y primeros ministros de los 27 en un momento de apreciable distensión en los mercados, pero cuando las sombras de la recesión se ciernen sobre países del euro. El alivio que procura la atenuación de convulsiones financieras que tan solo hace unas semanas ponían en cuestión el futuro de la moneda europea puede ser pasajero si una buena parte de los socios ve que su economía decrece con el comienzo de 2012. Europa entera comienza a sentir la necesidad de buscar un punto de equilibrio entre las políticas de austeridad y las de estímulo. Pero ni todos los países se encuentran en las mismas condiciones de estabilidad presupuestaria, empleo y perspectivas de crecimiento, ni resulta fácil dar con una fórmula compartida que culmine el esfuerzo de consolidación fiscal mientras se da inicio a medidas de reactivación. Ninguna Cumbre europea acaba siendo plenamente decisiva, y es probable que la de hoy rubrique resoluciones que tienen que ver con el ajuste y deje para una próxima ocasión las deliberaciones sobre iniciativas de estímulo. Máxime cuando el cumplimiento de las condiciones del rescate por parte de Grecia genera tantas dudas que Alemania exige una supervisión directa, y cuando la canciller Merkel continúa resistiéndose a una ampliación del fondo europeo, en línea con lo apuntado por el FMI, para prevenir un empeoramiento de la situación en Italia y en España. La formalización del acuerdo en torno al nuevo Tratado de disciplina fiscal podría representar el momento idóneo para que la UE comience a reorientar sus políticas hacia el crecimiento, cuando menos en lo que se refiere a aquellos países que se encuentren en condiciones de reactivarse. Pero ni el fondo de ayuda que Alemania y Francia tienen previsto proponer para los socios intervenidos, y que podría contemplar alguna modalidad que beneficie a Italia y España, ni el enunciado de la preocupación común por el empleo serán suficientes si Europa no acaba de despejar las dudas que suscita su situación financiera. La táctica empleada por el gobierno Rajoy de evitar la solicitud expresa de una revisión de los objetivos del déficit a la espera de que sea la propia Comisión Europea la que corrija sus previsiones tampoco contribuye a realzar la solvencia española tanto como presume el Gobierno.