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Juan José Padilla, con un parche en el ojo, besa a su hija Paloma ante la mirada de su mujer Lydia. | J. M. Serrano
entrevista

Padilla: «Con algunos toros no necesitaría dos ojos sino cuatro»

El torero jerezano nos recibe en la intimidad de su casa de Sanlúcar, donde desvela sus sueños, junto a su mujer y sus hijos, tras anunciar su reaparición

ABC.es , ANDRÉS AMORÓS
SanlúcarActualizado:

Acercándonos a Sanlúcar, José Antonio, que trabaja con Padilla, recuerda cómo lo recogió, por la espalda, en la arena de Zaragoza: «Fue espantoso. Si todos los toreros son de otra pasta, está claro que Juan José está hecho de una pasta distinta a la de todos los demás». Después de pasar con él una jornada en «A portagayola», su casa, tengo que estar de acuerdo.

En el salón, entre otras cabezas de toros, impresionan la descomunal de «Trianito», un castaño de Cebada Gago; la de «Platero», un berrendo de Miura, marca de la casa; la de algún Victorino... A todos les cortó las orejas Juan José Padilla. Veo muchos trofeos; un capote desplegado sobre el sofá; una portada del periódico francés «Midi Libre», que se interesa por «Juanito»; un álbum «Fuerza Padilla», con mensajes llegados del mundo entero... Y muchas fotos de los dos niños, Palomita y Martín. Ellos son su gran apoyo, junto con Lydia, su mujer, una belleza de rasgos muy finos, que sólo Dios sabe lo que ha tenido que sufrir...

Aparece el torero. Está delgado pero se le ve fuerte, se mueve con agilidad. Transmite resolución, seguridad, ilusión. Hay que comenzar la charla por su estado de salud. En contra de lo que creíamos, no es el ojo, tapado con un parche, lo que más le preocupa.

—El oído es más incómodo: escucho un pitido constante, como una señal que transmite el cerebro. Y las dificultades con los alimentos sólidos, por la mandíbula... Las dos cosas se van a arreglar.

—Yo también tuve que llevar un parche algún tiempo y me manejaba bastante mal.

—Mido bien las distancias. El 28 de marzo, volveré a Oviedo para que revisen la rehabilitación del párpado y del nervio óptico: si hay esperanza, volveré a operarme, aunque tenga que interrumpir la temporada; si no, seguiré toreando con el parche, sin problemas.

—La gente puede pensar que vuelves por dinero.

—No es eso lo que me preocupa. Gracias a Dios, tengo una estabilidad económica. Pero quiero devolver todo el apoyo que tanta gente me ha dado. Si estoy bien, sería egoísta quedarme en casa. Dios me está dando la oportunidad de volver a la vida: ¿por qué no voy a torear? Ahora, quiero expresar mi toreo con la máxima seriedad.

—Por las paradojas que tiene la vida, ahora vas a entrar en carteles mejores, con ganaderías menos duras: ¿cambiará tu forma de torear?

—Mi concepto es el mismo: soy Padilla y me moriré en Padilla. Mi repertorio será el mismo.

—Seguirás dando largas cambiadas, poniendo banderillas...

—¡Por supuesto! Cuándo el toro lo permita y yo lo sienta así: no es algo preconcebido, me arranco sobre la marcha. No será un problema el parche. Todo va a depender, como siempre, del toro: con algunos, me convendría tener no dos ojos sino cuatro...

—Después de Olivenza tienes ya firmadas Valencia y Arles, has hablado con Sevilla. ¿Va a ser una temporada larga?

—Por mí, unas veinticinco, treinta corridas. Pero estoy pendiente de los doctores. Si hay esperanzas con el nervio óptico, cortaré la temporada y me operaré.

—¿Te gustaría volver a Las Ventas?

—¡Naturalmente! Con el máximo respeto, eso sí. Si no me veo preparado, no iré. Pero espero estarlo.

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