Bonilla tiene un nuevo proyecto cinematográfico. La cinta estará ambientada en el siglo XVII. :: LA VOZ
Sociedad

«Dirigirse a sí mismo se lleva fatal, no se debería hacer, es esquizofrénico»

El popular actor y creador de 'El oro de Moscú' trae a San Fernando 'Historia de 2', la obra de su regreso al teatro después de dos décadas Jesús Bonilla Actor y director

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Popi, Santiago o Papeles.

De macarra, tabernero o repartidor de un conocidísimo periódico. Jesús Bonilla (La Pueblanueva, Toledo, 1955) es, ante todo, un autor y actor que confía en los efectos sanadores de la risa. Pero la comedia, además de diversión, debe ser sinónimo de reflexión. Nos invita a ello la obra que se representa esta noche en el Teatro Las Cortes de San Fernando, 'Historia de 2'. El intérprete ha regresado al teatro después de casi dos décadas para encarnar a Ortiz, un profesor defraudado por el sistema educativo que, junto a la madre (Ana Ortiz) de un chico conflictivo emprenderá una difícil misión: enderezar su educación.

-Su personaje, Ortiz, es un profesor de los que quedan pocos ...

-Es un profesor a punto de jubilarse y que no entiende los métodos de enseñanza, tantos cambios en el sistema educativo. Sin embargo, a través de una madre de un joven conflictivo tiene nuevas formas de desarrollarse como maestro. La obra refleja un problema muy habitual: los niños se educan por internet, olvidando que las familias son parte fundamental de la educación. El trabajo de Eduardo Galán ha sido muy bueno y demuestra que hay autores españoles que no se dedican a versionar a clásicos, sino a crear teatro contemporáneo.

-Estrenaron hace pocos días en Albacete y ahora emprenden una gira por toda España. ¿Cómo se ha encontrado en su regreso a las tablas?

-Pasé unos nervios terribles pero ya venía necesitando el contacto directo con el público. Creo que la formación de un autor debe empezar por el teatro, es la verdadera escuela. Para mí el teatro es un disfrute, no un trabajo. Llevaba 14 años en televisión y eso son muchas horas. Quería parar y tener un año sabático pero no ha podido ser porque me ha llegado esta obra maravillosa. Ahora, mi compromiso con el teatro durará al menos un año.

-Además, le ha dado la oportunidad de desenvolverse en un papel mucho más amable del que tiene acostumbrado al público televisivo...

-Es lo que pasa cuando llevas tantos años trabajando en la tele, que te recuerdan por un solo papel. Me apetecía cambiar de registro. Creo en el teatro no solo como un canal de entretenimiento, sino como un revulsivo para la sociedad. Cumple una función lúdica, pero también existencial.

-Ahora que ha vuelto a la escuela, ¿cree en el futuro de la educación?

-La educación ha dado un cambio muy brusco con la irrupción de las nuevas tecnologías. Estamos asistiendo a una falsa cultura, ya que los niños no aprenden, sino que lo sacan todo de internet. Hay que adaptar los métodos para que todo ese conocimiento no quede diseminado.

-Pero, ¿y en la educación social?

-Creo que está en crisis, como todo. En los años 70 trabajaba el padre y la madre se quedaba en casa a cuidar de los hijos, cosa que también es injusta por cierto. Pero ahora están fuera de casa los dos y pierden el contacto con los niños. Quien gobierna el mundo son los mercados, el dinero. Con este panorama, no sé lo que nos va a deparar el futuro. La cultura fácil, el ocio fácil nos lleva a la mediocridad. Al menos debemos de estar alerta para que esto no se prolongue demasiado.

-'El oro de Moscú' y 'La daga de Rasputín' le sirvieron para desarrollarse como director de cine. Pero le ha debido saber a poco, porque en 'Historia de 2' también ejerce como tal.

-Dirige Gabriel Oliveros y yo me encargo de la puesta en escena. Trabajar conjuntamente ha sido una experiencia muy enriquecedora.

-¿Cómo lleva eso de dirigirse a sí mismo?

-Pues fatal. En esas dos películas me vi muy mal y luego intenté arreglarlo en el montaje. No se debe hacer porque pasa como con un espejo, solo se ve una cara, pero los actores somos poliédricos. Uno se ve horroroso, pero tiene que ser crítico. Yo lo soy, siempre pienso que lo podría haber hecho mejor. Es una experiencia que no me gustaría repetir, es esquizofrénico.

-De vuelta al teatro, ¿le apetece cambiar ahora al cine de nuevo?

-Tengo otro proyecto que versará sobre el siglo XVII. Quiero exponer lo que pasó entonces para que no se vuelva a repetir.

-Tendrá que adaptar el lenguaje también, ¿no?

-Por supuesto, esa es una de las premisas. Un actor tiene que estudiar verso, los que no han hecho teatro no saben hablar y se encuentran muy limitados. Cuando se recrea una época no vale con imitar sus ropas. Se tienen que respetar ciertos modos de comportamientos y ser fiel a su forma de hablar y de pensar. Estoy en contra de esas series que no respetan esas consideraciones, no tienen ningún rigor histórico y resultan un fraude. Por eso fracasan tan rápido. Yo no quiero repetir lo mismo en cine porque sería traicionarlo.

-¿Se considera un indignado?

-En cierta medida, sí. Han hecho bien en no tener un líder. No debe de haber ídolos, sino nuevas ideas, donde una mayoría tome las decisiones a través de gestores elegidos por esa mayoría. No creo en el culto a la personalidad, ahí está Lenin o Stalin. Lo que iba a ser una revolución resultó una involución. Por todo esto estoy muy de acuerdo con el movimiento, aunque se ha quedado corto. El que esté indignado que lo manifieste, porque es la única manera de cambiar el mundo.

-Volviendo a uno de los temas de 'Historia de 2' y para acabar con un mensaje más optimista, ¿el amor es lo que mueve al mundo?

-Sí, por supuesto, nos trae la vida y la felicidad. Los problemas que tienen los chavales vienen precisamente por la falta de cariño de sus padres. Las crisis son para bien siempre que no acaben en guerra. Espero que ésta sirva para algo también.