Resistencia teutónica
La cumbre de Davos deja claro que personalidades tan influyentes como David Cameron no han perdido el tiempo a la hora de mostrar su malestar con la gestión alemana de la crisis
MADRID Actualizado:En principio parecería razonable asumir que un país tan poderoso, moderno, y rico como Alemania recibiese constantes elogios y muy pocas críticas. Que tuviese muchos admiradores y muy pocos detractores. Después de todo, ¿quién no admiraría tanto poder, tanta modernidad, y tanta riqueza? ¿y quién no querría acercarse, no denostar, a alguien tan poderoso, moderno, y rico?
Y sin embargo, Alemania no deja de recibir ataques verbales y críticas profundas. Desde varios de los más influyentes púlpitos internacionales, desde hace mucho tiempo, y de forma incesante, se vierten protestas sobre la actuación de las autoridades germánicas en la crisis de la zona Euro. No solo es Alemania brutalmente acusada de estar errando en la gestión de la crisis, sino que la deseabilidad de emularla (bastión indiscutible de las fundaciones de la estructura de moneda única) parece sangrar popularidad. Ya no parece que tantos otros quieran ser como Alemania.
El púlpito global por excelencia de la cumbre de Davos ha vuelto a dejar claro todo esto. Personalidades tan influyentes como David Cameron o George Soros no han perdido el tiempo a la hora de mostrar su malestar y desacuerdo con soluciones a la crisis a la alemana. El legendario especulador criticó la obsesión con las políticas de austeridad, alertando sobre la ruptura que causará entre los países del euro. El primer ministro británico (haciéndose eco de una reciente petición similar del FMI) demandó la emisión de Eurobonos, resistidos ferozmente por los germanos, y solicitó un cambio radical en las políticas favorecidas por Berlín.
Pero Angela Merkel ha utilizado el mismo marco para dejar claro que Alemania, por ahora al menos, va a seguir siendo Alemania y va a seguir intentando que la zona Euro se parezca lo más posible a Alemania. Merkel y otros oficiales teutónicos resisten estoicamente el bombardeo, pacientemente repitiendo el mismo mensaje: sólo el rigor monetario y fiscal salvará a Europa.
El problema de la llamada periferia Euro es un problema de excesiva deuda y poco crecimiento. Muchos entre las élites mundiales piden una solución rápida a la tragedia, incluyendo fondos de rescate y garantías públicas masivas. Pero esto contrasta con la receta alemana de solución progresiva a través del sacrificio temporal y la reestructuración de las economías nacionales. ¿Derribará alguien el muro de la rigurosidad alemán? Por lo visto en la estación de esquí suiza, los muchos que lo siguen intentando siguen sin lograrlo.
Pablo Triana es profesor de la Escuela de negocios ESADE