Özil dirige la cómoda remontada ante el colista
El Madrid acusó la resaca del clásico pero nunca vio peligrar la victoria frente a un Zaragoza sin fútbol y sin alma
MADRID Actualizado: GuardarEl Madrid aplicó la ley del mínimo esfuerzo para superar al colista y consolidar su liderato en Chamartín. Fue por detrás en el marcador, como ya le ha ocurrido últimamente ante Málaga, Granada y Athletic, pero remontó en cuanto el prestidigitador Özil decidió que había llegado el momento de actuar. Fue uno de esos partidos de resaca copera en los que solo importan los puntos. Un duelo que deja al Zaragoza de Manolo Jiménez todavía más hundido. Es un club insostenible en los ámbitos deportivo, económico y social.
Mourinho se borró en la previa y sus jugadores salieron como ausentes. Una norma no escrita cuando se recibe al colista después de un doble clásico copero que eclipsa todo antes, durante y después, y agota física y mentalmente. El portugués puso en liza a un equipo mixto, vulnerable atrás porque jugaron Altintop y el desgastado Carvalho, pero repleto de extraordinarios futbolistas de medio campo hacia adelante. Xabi Alonso como escudero y luego los mejores, incluido el vistoso Granero en lugar del musculoso y abnegado Lass. Faltaba de inicio Higuaín, pero todos no caben a la vez.
Con cinco cambios respecto al Camp Nou y frente a un rival que solo ha sacado tres puntos lejos de La Romareda en toda la primera vuelta, todo presagiaba un paseo del Madrid. Que no necesitaría acelerar y que seguramente se dosificaría, pero que los maños no tendrían la más mínima opción. Ahora los de ‘Mou’ se juegan la Liga en cada partido mientras que el curso pasado, cuando el Zaragoza se impuso por 2-3 con un doblete de Lafita, la Liga ya estaba teñida de azulgrana.
El Madrid le puso cierta emoción al partido porque cometió una distracción imperdonable en el 0-1, lo que ya empieza a ser una constante en el Bernabéu. En una acción sin ningún peligro, Luis García sacó rápido una falta, el exmerengue Aranda le robó la cartera a toda la zaga y Lafita remató a puerta vacía. Carvalho, Pepe, Marcelo y hasta Casillas, se quedaron petrificados. Silencio en un Bernabéu que ovacionó a los suyos en la salida y se olvidó de los pitos a Mourinho en el último partido ante el Athletic.
Parsimonia
Un gol de pillos castigaba la parsimonia de un líder que confundía paciencia con lentitud. Le faltaban rapidez en el toque, movimiento sin balón y menos conducción ante un rival que se metió en su campo con las líneas muy juntas. El Madrid dispuso de alguna gran ocasión, como un balón peinado por Kaká tras falta botada por Özil, pero sin continuidad. En la primera media hora, Roberto disfrutó de una de sus tardes con menos trabajo en la portería aragonesa. Pero enseguida llegó el empate, fruto de un gran pase de Carvalho y una internada de un Kaká intermitente que siempre deja algún detalle del ‘Balón de Oro’ que fue.
El Madrid aceleró ligeramente en la reanudación y descosió a un rival ya fundido, sin fútbol, sin fuelle y sin alma. Özil se echó al equipo encima. Ya fuera escorado a una banda o más arropado por el centro, supo asociarse con Kaká, Granero y Cristiano. Con su magia transformó el teatro de Chamartín en un estadio de fútbol, no muy ruidoso pero con cierta animación. En apenas diez minutos, el partido ya estaba finiquitado. Primero, Özil asistió al delantero portugués, que entró al límite del fuera de juego para conseguir su gol 24 en esta Liga, y poco después fue el brasileño el que vio el desmarque del alemán, que la clavó por el poste que defendía Roberto con un disparo seco. Con los deberes hechos, vuelta a la calma y minutos de descanso para el tocado Xabi Alonso. Marcelo acabó el partido cojo y en el centro del campo.