Garzón y los franquistas
Ha sido investigar la presunta corrupción del PP y apelotonarse tres causas seguidas en el Tribunal Supremo
Actualizado: GuardarEl 24 de enero de 1977 cuatro abogados laboralistas de izquierdas y un sindicalista de CC OO fueron asesinados en su despacho de la calle Atocha, en Madrid, por pistoleros de la extrema derecha. Treinta y cinco años después de la conocida como ‘Matanza de Atocha’, el juez Baltasar Garzón se ha sentado en el banquillo del Tribunal Supremo, acusado de haber cometido presuntas irregularidades en la investigación de los crímenes del franquismo. Un autodenominado sindicato de simpatías franquistas es el acusador de Garzón.
El juez Garzón, que investigaba hasta hace unos meses la trama de corrupción de la red Gürtel y los crímenes del franquismo, es el mismo juez que instruyó, en los 90, el sumario de los GAL contra cargos socialistas. Lo hizo después de abandonar un cargo dado por los socialistas en el Ministerio del Interior. El juez Garzón es el mismo que persiguió la trama militar y civil de ETA, que ilegalizó HB y cerró las sedes de éste partido; el mismo que ha perseguido a narcotraficantes llegando en helicóptero para seguir en vivo las operaciones organizadas por la Policía.
Garzón es el mismo juez –con los mismos métodos, con la misma forma de instruir, con el mismo espíritu– ahora, que está sentado en el banquillo y le quieren expulsar de la carrera judicial por injusto, que entonces, cuando se le jaleaba como juez campeador, se aplaudía su coraje contra el terrorismo y se le daban medallas y reconocimientos. ¿Qué ha pasado entonces? Pues que ha cambiado el destino de sus pesquisas.
Resulta difícil defender que Garzón instruyera hace años un sumario contra personas con las que había trabajado en el Ministerio del Interior, un minuto después de salir ofuscado de ese Ministerio por no haber alcanzado sus ambiciones personales, pero a ninguno de los que hoy van a por él aquello le pareció mal. También algunos sumarios contra el terrorismo de ETA han rozado, según algunos juristas, los límites de un sistema garantista como el nuestro, pero Garzón se deslizaba brioso en lo alto de la ola del reconocimiento popular. Ha sido ponerse a investigar la supuesta corrupción en el PP y los crímenes de franquismo y, de repente, se le han apelotonado tres causas seguidas en el Tribunal Supremo, tres penaltis consecutivos que no va a poder parar.
Un fiscal del prestigio y la experiencia de Luís Navajas ha calificado de «insólita e insostenible» la instrucción contra Garzón. No hay precedentes en España de un juez al que le hayan abierto tres causas seguidas de esta envergadura.
Treinta y cinco años después de una matanza cometida por franquistas que no querían que en España hubiera libertad, Garzón se sienta en el banquillo, acusado por investigar los crímenes del franquismo.