La revolución egipcia sigue viva un año después
Una multitud celebró ayer el aniversario de la insurrección popular en la plaza Tahrir exigiendo a los políticos más cambios
EL CAIRO.Actualizado:Los egipcios demostraron ayer que la revolución sigue viva un año después de su inicio. Que son muchos los objetivos que se marcaron hace doce meses, que costaron mucha sangre, y que aún no se han realizado. Y que la plaza Tahrir, que ayer vio la mayor manifestación desde la caída de Hosni Mubarak, sigue manteniendo su magnético poder de convocatoria. Divididos, pero presentes, los egipcios honraron ayer a sus 'mártires', las víctimas que cayeron en la batalla por la libertad, en un ambiente entre la celebración y la reivindicación.
Multitudinarias marchas de protesta, que salieron de los mismos puntos que el 25 de enero del año pasado, cuando nadie se imaginaba entonces que participaba en el inicio de una revolución, recorrieron ayer las calles de El Cairo. Los gritos de «¡abajo con el mariscal!», en referencia a Mohamed Hussein Tantaui, jefe de la junta militar, y «¡la revolución vuelve a la plaza!» resonaron en Mohandisin, en Shubra, en Ain Shams, en el Haram y en gran parte de los barrios del centro de la capital.
Muchos tardaron horas en poder entrar en la plaza, tal era la multitud. Otros acabaron desviados hacia el edificio de la televisión pública, símbolo de la propaganda del Estado, donde continuaron con sus consignas que, un año después, siguen exigiendo la caída del régimen, esta vez del militar. «Hoy no hemos venido a celebrar, nos sentimos traicionados y seguiremos protestando hasta que consigamos los objetivos de la revolución. Tahrir sigue pidiendo libertad», señalaba el doctor Ali Abdelhafiz Morsi, profesor de estudios islámicos de la universidad de Asiut.
El movimiento 6 de Abril, uno de los impulsores de la revuelta que tumbó a Hosni Mubarak, planeaba ayer mantener una acampada «para seguir presionando desde la calle, al menos hasta el viernes», dijo a este diario uno de sus líderes, Ahmed Maher, en la tienda de campaña que el grupo había instalado en la plaza. «Exigimos que la junta militar entregue de inmediato el poder a un presidente civil interino elegido por el Parlamento, como ha sucedido en Túnez», explicó Maher, para el que «Tahrir es un poder tan legítimo como la Cámara de Representantes».
Convencida de que se iba a convertir en objetivo de las iras del aniversario, la junta militar ha dado en los últimos días varios pasos para calmar los ánimos. Ayer reiteraba en un comunicado que el Ejército volverá a los cuarteles el 30 de junio, después de las elecciones presidenciales. Un día antes levantaba, después de tres décadas, la Ley de Emergencia, aunque con una excepción que les permite seguir reprimiendo las protestas en las que consideren que haya «matones». El bloguero Mark Nabil, encarcelado por insultos a los militares, también fue puesto en libertad ayer.
Críticas de la izquierda
Desde primera hora de la mañana y algunos incluso desde la noche anterior, miles de seguidores de los Hermanos Musulmanes y otros grupos islamistas inundaron la plaza Tahrir. La postura de la Hermandad, cuyo partido Libertad y Justicia ha arrasado en las elecciones legislativas, ha sido fundamentalmente de celebración.
Encaramados al enorme escenario que instalaron ayer en Tahrir, algunos líderes islamistas se dirigieron a sus seguidores para resaltar los logros de la revolución, especialmente la formación de un Parlamento libre. No está todo hecho, recordaron. «Pero es el momento de confiar en la Cámara de Representantes elegida por el pueblo para que persiga esos objetivos de la revolución que aún no se han conseguido», aseguró a este diario Mohamed Salama, un profesor de instituto y seguidor de la Hermandad. Esta actitud de los islamistas ha sido vista con desconfianza por muchos manifestantes de izquierdas, que acusan a los Hermanos de «haber conseguido lo que querían, que era el Parlamento», para luego descolgarse de la revolución, como afirmaba ayer el estudiante Islam Salam.