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Causa de los trajes

El 'no culpable' de Camps, un terremoto para el PP

El liderazgo de Fabra, después de medio año al frente del partido, se enfrenta a su reválida en el congreso regional que el PPCV afrontará en abril

J. C. FERRIOL
VALENCIAActualizado:

Es la hora de la verdad. El jurado ha declarado a Camps 'no culpable' de haber recibido regalos, en forma de prendas de vestir, por parte de la trama. Termina una pesadilla que ha tenido desfilando por el TSJ valenciano no sólo a los cabecillas de la trama, sino también a altos cargos de la Generalitat, al famoso sastre (que no lo era) José Tomás, a policías y peritos, entre otros testigos, y a algunos de los más destacados dirigentes del PPCV, que han querido asomarse al juicio oral para mostrar su respaldo a los dirigentes juzgados.

En el seno del PP valenciano se ha seguido con expectación el desarrollo del juicio oral. En público y en privado todos habían mostrado su convencimiento y esperanza de que «se hará justicia» y los dos dirigentes quedarán absueltos. El sentimiento es sincero, sin duda. Pero no es menos cierto que en algunos ámbitos del PP se reconoce que la resolución judicial, finalmente favorable al expresidente de la Generalitat y del PPCV, va a generar alguna situación política incómoda, e incluso algunos admiten la posibilidad de un terremoto político en función de cómo se desarrollen los acontecimientos.

Ahora, la posibilidad de que Camps pueda recuperar todo o parte del protagonismo político del que disponía antes de la apertura del juicio está sobre la mesa. Muchos dirigentes populares lo consideran poco menos que un imposible, un hecho que la calle Génova -sede nacional de los populares- no permitiría de ninguna de las maneras.

Entre los más cercanos al exlíder popular no se hace una valoración respecto a qué puede ocurrir ahora, pero algunos de sus colaboradores recuerdan que ya han desaparecido los motivos que provocaron que, el pasado 20 de julio, presentara su dimisión del cargo. ¿Eso significa que quiere volver a su cargo? No consta que el exjefe del Consell haya trasladado en primera persona esa posibilidad a ninguno de sus colaboradores, por más que algunos compañeros de partido especulen con que ese es un escenario, por lo menos sobre el papel, es posible.

«Una rebelión»

En el Palau de la Generalitat, esa posibilidad «ni se ve ni se contempla», en palabras de un dirigente popular. Ni esa, ni la que pudiera derivarse de que Camps se convirtiera en una especie de referencia dentro del partido, ocupara o no cargo público u orgánico alguno -conserva su escaño en Les Corts- a la que pudieran acabar sumándose quienes discreparan del liderazgo de Fabra. Entre otras razones porque una situación de ese tipo, terminaría siendo interpretada poco menos que como una rebelión contra Génova. «Ni Zaplana se atrevió a tanto», sostiene algún veterano dirigente.

Entre estos cargos existe el convencimiento de que Camps es consciente «de que su etapa y su tiempo han pasado». Incluso se sostiene que el expresidente es merecedor de todos los reconocimientos -alguno ha llegado a expresar en privado su convicción de que la mejor solución a ese 'eventual' problema pasaría por las manos de Mariano Rajoy a través de una designación para ocupar alguna alta responsabilidad-. Un nombramiento que permitiría 'apartar' al expresidente de la primera línea de la política de la Comunitat, explican, y facilitaría la consolidación de Fabra.

El liderazgo del presidente de los populares valencianos, después de medio año al frente del partido, se enfrenta a su particular reválida en el congreso regional que el PPCV afrontará a la vuelta de la esquina. Ese cónclave, anunciado para el próximo mes de abril en la provincia de Alicante, será el primero que elegirá formalmente a Alberto Fabra como presidente regional -ocupa ese cargo desde que Camps dimitió también como líder del PPCV y tras ser elegido por la junta directiva regional-.

Fabra someterá al respaldo de ese cónclave un liderazgo propiciado por la dirección nacional. Y la votación como presidente del partido será interpretada, se quiera o no, como un termómetro del nivel de respaldo con el que cuenta, y al mismo tiempo, como un recuento de los descontentos con su gestión. Para un partido como el PP valenciano, acostumbrado a resultados de mayoría aplastante en sus votaciones internas, cualquier contestación que superara el 25% se consideraría poco menos que como una crisis. Francisco Camps fue reelegido presidente regional en el último congreso de los populares (octubre de 2008) con el apoyo del 98%. Aunque, tal y como recordaron ayer otros cargos del partido, en su primer congreso tras la salida de Eduardo Zaplana de la presidencia regional, en noviembre de 2004 -con la pugna entre campistas y zaplanistas en su máxima virulencia-, Camps fue elegido con un 78%.

La clave

El resultado de ese congreso regional de abril puede verse muy condicionado por una clave: La de que los congresos provinciales y locales deben celebrarse a continuación. En la calle Quart -sede regional del PPCV- se asume que una eventual maniobra de algún barón territorial contra Fabra en el congreso regional, cuente o no de forma evidente con el respaldo de Camps, derivaría en una respuesta contundente en el posterior cónclave provincial. Se trata de un mensaje cuyo único destinatario parece Alfonso Rus -se esperan congresos tranquilos en Castellón y Alicante-. El presidente de la Diputación de Valencia ha mostrado su intención de optar al liderazgo provincial, a pesar de que los movimientos de alcaldes que no comparten su liderazgo no han dejado de sucederse (el secretario general, Antonio Clemente, acude este miércoles a una reunión de alcaldes de l'Horta). El PP valenciano contiene la respiración, consciente de todo el horizonte que supondría abrir una dinámica de ese tipo generaría una imagen de confrontación pública en el seno del PPCV similar a la que los socialistas han protagonizado durante décadas «y que los ciudadanos siguen haciendo pagar a ese partido», recuerda otro dirigente.

Con esos mimbres, el entorno del presidente Fabra se muestre moderadamente optimista. «No va a haber ninguna complicación», se señala. En la calle Quart, entre algunos de los que han sido principales referentes del partido de la mano del propio Camps, existe el convencimiento de que el expresidente ha dado sobradas muestras de responsabilidad durante todos los años que se ha dedicado a la actividad pública. «Siempre ha puesto al PP por encima de todo. Lo hizo cuando Eduardo Zaplana quiso teledirigir la sucesión, y lo volvió a hacer cuando presentó su dimisión el pasado mes de julio».

A esa misma responsabilidad apelan ahora quienes creen que el exjefe del Consell haría un flaco favor a su partido y a su actual presidente si protagonizara alguna declaración o decisión que «se saliera del guión». En el Palau hay incluso quien da por hecho que Alberto Fabra podría haber hablado con Camps durante las últimas semanas, no sólo para trasladarle en primera persona todo su apoyo y su convencimiento de que el juicio tendrá el resultado que ya ha tenido, sino también para conocer las expectativas de futuro del expresidente. Una posibilidad que no cuenta con una confirmación oficial, pero sobre la que se especula con que la contestación de Camps hubiera sido del agrado de Fabra. Habrá que ver qué sucede ahora.