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FÚTBOL | COPA DEL REY

El humilde Mirandés se convierte en leyenda

Un gol de César Caneda en el descuento permitió al conjunto burgalés ser el segundo equipo de Segunda B en semifinales de la Copa del Rey

CRISTIAN REINO
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El Mirandés es muy grande. Cuando todo parecía perdido, cuando parecía que se iba a despertar del sueño más bonito de su historia, hizo lo que nadie esperaba y escribió la página más importante de sus 80 años de vida. Entre lágrimas, el conjunto burgalés consiguió la hazaña de meterse en semifinales de la Copa, tras eliminar al Espanyol de Barcelona, y ahora, ¿por qué no? sueña con la final.

Dentro de unos años Mújika, Infante, Garmendia, Martins o Nauzet, entre otros, podrán contar a sus nietos que un año fueron legendarios y realizaron una gesta inmensa ante un cuadro con cuatro copas del rey en sus vitrinas y un presupuesto 39 veces superior. Les faltaba un gol, una minucia comparada con la gloria que les esperaba. El premio llegó a balón parado cuando César Caneda, en el 92, remató a la red y pobló la grada de lágrimas. Llantos de alegría y emoción por once jugadores que no cobran millones, que tienen que levantarse a las siete para ir a trabajar pero honran la profesión de futbolista como pocos futbolistas de Primera División.

La gesta llegó poco antes el pitido final y por eso su sabor fue aún más dulce. Y es que el 3-2 de la ida se antojaba una dura losa para los burgaleses, que en la primera parte no fueron capaces de doblegar a un Espanyol, que se plantó a lo práctico y se dedicó a encerrarse bien atrás y salir a la contra.

Después de dejar en el camino a Linense, Logroñés, Villarreal y Racing de Santander, los burgaleses visitaron Cornellà y de no ser por cinco minutos malditos hubieran sacado un resultado más favorable para la vuelta. Por tanto, los rojillos tenían que darle la vuelta al resultado y con ese ánimo saltaron al césped en su campo. El Espanyol ponía la calidad a la contra, con Albín, Weiss y Rui Fonte, mientras que el Mirandés ponía el juego y el control. El equipo de inferior categoría fue dueño del balón y acabó la primera parte con un porcentaje de posesión 10 puntos superior que el rival, lo que denotaba quién estaba más cómodo sobre el campo y quién había salido desde el minuto uno a por el rival.

La pesadilla de la defensa perica

Pablo Infante y Alain Arroyo, como en Cornellà, fueron una pesadilla para los defensas pericos, aunque en esta ocasión no acababan de concretar. Hasta cuatro ocasiones (algunas más claras que las otras) tuvo el menudo delantero vizcaíno, si bien Kiko Casilla fue un muro.

Los burgaleses dominaron el partido de ida, controlaron la primera parte de la vuelta y en el minuto uno de la segunda se despertaron momentáneamente del plácido sueño de la Copa. El tanto de Rui Fonte cayó como un jarro de agua fría. Aunque fue un susto temporal. Duró hasta que Infante, 'pichichi' de la Copa y jugador de una calidad tal que Pochettino le puso a Galán para hacerle un marcaje al hombre durante los 90 minutos, desató la locura en Miranda de Ebro.

No importa que horas antes del partido tuviera que atender en la ventanilla de la caja de ahorros donde trabaja. Tiene gol y con esta Copa se ha hecho grande. Como su equipo cuando culminó la remontada en el descuento. Igual que el Numancia, el Figueres o el Logroñés hace años, ha hecho historia y se ha ganado el corazón de los aficionados al fútbol. Este cuento no se ha acabado para ellos y están seguros de que tendrá un final aún más feliz. Nadie en Miranda de Ebro quiere despertarse.