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Francisco Flores desciende del furgón de la Guardia Civil ayudado con muletas debido a las secuelas que sufre desde su detención. :: A. VÁZQUEZ
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«Dijo que me iba a rematar en el suelo»

Las primeras víctimas de la oleada de robos violentos que les imputan a los Flores declaran en la segunda jornada de la vista oral Padre e hijo relatan al tribunal cómo les dispararon los acusados en su finca

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Turno para las víctimas, tanto aquellas que se enfrentaron supuestamente al clan de los Flores cuando se disponían a asaltar sus casas, como los que padecieron robos en sus propiedades, pero salieron ilesos porque no se encontraban en sus viviendas. Estos primeros testimonios dieron contenido a la segunda sesión del juicio contra esta peligrosa banda que se está desarrollando en la Audiencia Provincial. Si bien, en el arranque de la sesión testificaron varios agentes de la Guardia Civil que participaron en la investigación y que vinieron a ratificar el mismo relato de los hechos que ya aportaron sus compañeros de la Benemérita y de la Policía Nacional durante el primer día.

El plato fuerte de la jornada estuvo en las declaraciones de un padre y un hijo que resultaron heridos la madrugada del 14 de junio de 2008. Primero entró en la sala el progenitor quien ya había solicitado al tribunal testificar con un biombo de por medio que le ocultara de las miradas de los acusados. La petición no era caprichosa. Este vecino de El Berrueco (Medina Sidonia) es el único que tuvo a escasos metros a los integrantes del clan y pese a que recibió dos disparos de escopeta, pudo salvar la vida.

Relató al tribunal que sobre las dos de la mañana estaba viendo la televisión con su hijo cuando escucharon ruidos en el exterior. «Venían del trastero y pensamos que nos habríamos dejado la puerta abierta o que se habría caído algo y salimos». El testigo asegura que en ese instante vieron a un individuo junto a su coche y otro que salía del trastero al percatarse de su presencia. «Salieron corriendo y se metieron en un Seat Leon gris que había en la entrada».

Este hombre les siguió a pie para tratar de ver la placa de matrícula del vehículo de los ladrones. «Pero pararon, dieron marcha atrás y dos de las cuatro personas que iban en el coche (el conductor y el copiloto) se bajaron y me dispararon». La víctima cuenta que recibió dos impactos, que después dispararon a su mascota -«ya te has quedado sin perro cabrón»- y que efectuaron una cuarta detonación contra su hijo, cuando lo descubrieron a unos cuantos metros detrás de su padre. Esta segunda víctima sufrió varias lesiones al saltar para esquivar las postas.

Marcado como los toros

El pasaje más terrorífico ocurrió, según este vecino de El Berrueco, tras caer abatido. «Uno de ellos dijo que me iba a rematar, pero otro le respondió: déjalo que se desangre». No contento con dejar malherido a una persona, añadieron más dolor a la víctima: «Se me acercó el que quería rematarme. Te voy a marcar como los toros, dijo». Este vecino de El Berrueco mostró al tribunal la marca que aún lleva en uno de sus brazos y que se la produjo supuestamente Manuel Flores Valverde al quemarle con el cañón de la escopeta.

Padre e hijo volvieron a señalar a los tres acusados cuando el fiscal les pidió que los miraran a través del biombo. Es cierto que ambos no supieron situar con firmeza a cada procesado en la escena del ataque ni asegurar quienes fueron los que dispararon -el progenitor sí concretó más-. Pero durante la investigación sí lo hicieron en ruedas de reconocimiento que se practicaron en Puerto II cuando no se habían difundido fotos de los acusados, salvo la de Manuel y su hermano Cristóbal, integrantes de la antigua banda de la carretera.

Antes de estos testimonios pasaron por sala los afectados de dos asaltos que supuestamente perpetraron los acusados las noches del 21 y 29 de marzo en San José de Malcocinado y en el Cuartillo (Jerez). En ambas fincas no había nadie cuando ocurrieron los hechos. En la primera sustrajeron un armero con tres escopetas y joyas. El dueño reconoció como suya una de las armas que le intervinieron a los Flores la noche de su detención. Si bien la habían manipulado recortando los cañones.

En el segundo caso, la propietaria de la finca señaló una medalla de oro como la misma que le habían sustraído. Dicha joya fue recuperada por los agentes en el registro efectuado en el piso de la familia Flores situado en la conflictiva barriada jerezana de El Chicle.

El fiscal se esforzó en establecer las semejanzas entre los dos robos para demostrar que habían sido obra de las mismas manos. En los dos rompieron la valla perimetral exterior y forzaron de igual manera algún acceso como las ventanas para poder colarse dentro. En el primero (21 de marzo) se celebraba el Viernes Santo; en el segundo (29 de marzo), Jerez vivía el Campeonato del Mundo de Motociclismo. Ése fue uno de los rasgos identificativos de los golpes que le imputan a la banda. Siempre actuaban cuando disfrutaban de permisos penitenciarios (fines de semana) y en localidades que estuvieran de fiesta para buscar casas vacías.