China entra hoy en el año 4710 de su era. La influencia de un signo zodiacal privilegiado vaticina un 'baby boom' sin precedentes
Actualizado:Xin nian kuai le!». Hoy no hay conversación en China que no comience con esos cuatro ideogramas. Porque ayer acabó el año del tímido conejo y comienza, con estruendo y olor a pólvora, el esperado turno del dragón, que se ríe de profecías apocalípticas y augura un año 4710 de fortuna y poder. Es el guardián de los tesoros y de la sabiduría. Por eso, este año no hay que escatimar recursos en las celebraciones: el gigante asiático se ha vestido de rojo. Las ventanas de los edificios se han llenado de farolillos. Las puertas aparecen adornadas con carteles 'fu zi', que auguran prosperidad, y los interiores de las viviendas huelen a narcisos y flores de ciruelo, ambas consideradas vehículo de la suerte.
La promesa de un buen año también ha propiciado la mayor 'operación salida' del mundo, que ha adquirido magnitudes épicas en un país acostumbrado a migraciones temporales de proporciones bíblicas: se espera que en las tres últimas semanas de enero se bata el récord y se lleven a cabo 3.150 millones de desplazamientos, una cifra que colapsa todos los medios de transporte del país.
No obstante, la puesta en funcionamiento de la venta de billetes de tren por internet ha supuesto un soplo de brisa fresca para las hordas de emigrantes rurales y de estudiantes que tienen que pelear en las explanadas de las estaciones de ferrocarril por un billete que les permita reunirse con sus familias, algo que muchos solo pueden hacer durante los siete días festivos que acaban el próximo 28.
Dong Weimei es uno de los que han salido victoriosos, y el sábado llegó a su localidad natal, en la provincia central de Sichuan, para celebrar el mayor evento del año de la forma más tradicional. Ayer, casi veinte miembros de la familia de este trabajador del sector de la construcción residente desde hace tres años en Shanghái, se reunieron para disfrutar de una ocasión que, en su caso, solo se ha dado una vez desde que se instaló en la capital económica china. «Si nos quedamos durante el Año Nuevo nos pagan tres veces el salario, así que los dos años anteriores decidí seguir aquí para que mi familia pudiese comer mejor, pero este año es el del dragón, y regreso», cuenta a V con una amplia sonrisa que deja al descubierto unos huérfanos dientes amarillos.
Como cientos de millones de familias, anoche, sobre la mesa desnuda del comedor, los familiares de Dong dieron cuenta de diez platos, a cual más exquisito. Comenzaron tarde, hacia las diez de la noche. Las anécdotas del pasado, las expectativas del futuro y un sinfín de risas amenizaron la cena, regada con cerveza Snow y licor 'Moutai', de hasta 62 grados, para los hombres. Con el ánimo encendido, los más jóvenes recibieron sus 'hongbao', los sobres rojos más esperados. «Me hace feliz dar dinero a mis hijos y a mis sobrinos», asegura Dong. «Demuestra que estoy teniendo éxito en la vida, y espero que la generosidad se vea recompensada con salud y trabajo».
La gala de Año Nuevo
Tras la cena, los televisores de todo el país se encendieron para disfrutar de la gala de Año Nuevo, el programa de televisión más visto del planeta. No están ni Anne Igartiburu ni José Mota, y no hay cuenta atrás, ni uvas, pero los rayos catódicos absorben la atención de los televidentes como cuando está en juego distinguir entre los cuartos y las campanadas.
En la pantalla se sucedieron las actuaciones de estrellas del pop, coreografías de corte marcial, e historias de humor. Los más jóvenes pudieron seguir en internet una versión más vanguardista que incluyó hasta una canción del magnate Warren Buffett. Pero a las doce todos despegaron sus narices de las pantallas para apretarlas contra el cristal de las ventanas y disfrutar del ensordecedor espectáculo de los cohetes, que continuará provocando sobresaltos durante más de una semana. No es de extrañar que, tratándose de China, el abanico de productos pirotécnicos fuera asombroso. Llama la atención, sin embargo, que tras el éxtasis de las explosiones llegase la mayor de las calmas. Salvo los jóvenes de las grandes ciudades, nadie sale a la calle a festejar el nuevo año. La gente vuelve a sus sillones para dejar que la mandíbula se desencaje con los 'sketches' del humorista chino por antonomasia, Zhao Ben Shan.
Claro que muchos otros no tuvieron posibilidad de sintonizar con CCTV-1. Los tentáculos del año nuevo lunar van más allá de las fronteras chinas. Se extienden por toda Asia, y acarician ya al resto del mundo. Desde Seúl hasta Yakarta, y de Nueva York a Madrid, el poderío del gigante asiático se hace cada año más evidente en el número de coloridos dragones que toman las calles de grandes ciudades y pequeños pueblos de todo el mundo, al son de las estridentes notas de la música tradicional de un país empeñado en liderar el siglo XXI. Pero las celebraciones a lo ancho del planeta no están ligadas únicamente a los emigrantes chinos establecidos en los cinco continentes. De hecho, el desarrollo que anonada al mundo tiene mucho que ver en cómo todos quieren atraer al turista más deseado.
Porque, anteriormente, la particular Nochevieja china y la festividad de Año Nuevo eran fechas señaladas para disfrutar en familia, de forma similar a la Navidad cristiana y como todavía hace Dong. Pero la erosión de la institución familiar y la mejora en la calidad de vida de la clase media han provocado una explosión del sector turístico que se siente en todo el globo. Los aviones van llenos en todas las direcciones, y los precios en las localidades más turísticas se triplican, incluso en países como Tailandia o Indonesia. Los yuanes chinos son bienvenidos para ocupar el lugar que han dejado euros y dólares en crisis. Pero este año, en lugares como Hong Kong, preocupa el turismo médico que se avecina.
Porque los nacidos bajo el signo más feroz del horóscopo chino gozan de una personalidad privilegiada: tienen madera de líderes, son entusiastas, nobles, inteligentes, y creativos. En esta ocasión, el quinto animal de los doce que componen el zodíaco chino se suma al elemento del agua, una combinación que se repite solo una vez cada seis décadas, y eso permite que las características más desagradables de los nacidos este año se diluyan. El agua apaga el fuego del dragón, y atempera los chispazos de ira y arrogancia, característicos de la fiera, para hacerla comprensiva y sociable. Casi como un dragón de peluche. Y por esta razón, aunque no es un buen año para contraer matrimonio, sí que se espera un 'baby boom' sin precedentes.
Dar a luz en Hong Kong
Quienes puedan evitarlo no darán a luz en la China continental, donde la atención sanitaria está masificada y los hospitales se ven envueltos en un escándalo tras otro. Las madres que puedan permitírselo viajarán al extranjero, y sobre todo a la ex colonia británica, para dar a luz, un hecho que ha provocado un gran debate en Hong Kong. Allí, los residentes ven con temor cómo sus adinerados compatriotas, muchas veces enriquecidos gracias a la corrupción que impera al otro lado de la frontera que separa dos sistemas económicos en el mismo país, se dejan caer en las camas de sus hospitales para traer nuevas vidas al mundo y, de paso, conseguir que éstas tengan nacionalidad hongkonita. «El problema es cada vez mayor, y parece que el año del dragón lo va a empeorar. Creo que el gobierno tendría que poner coto a esta emigración puntual», comenta una residente de la ciudad.
No obstante, la avalancha todavía tardará, porque quienes más creen en las costumbres ancestrales que regulan la conducta china estarán ahora manteniendo relaciones sexuales, ya que el período más adecuado para tener un hijo va del 7 de agosto al 8 de octubre, y del 7 de diciembre al 5 de enero de 2013. En cualquier caso, hasta el 9 de febrero del año que viene hay tiempo, porque será entonces cuando la serpiente desplace al dragón.