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El alcalde, Félix Roncero, en su explotación de vacas lecheras. :: F. JIMÉNEZ
Sociedad

El pueblo más endeudado de España

Peleas de Abajo (Zamora). El anterior alcalde, que heredó el cargo de su madre inhabilitada por malversación de fondos, dejó una deuda de cinco millones de euros, 20.000 por cada uno de sus 260 habitantes

ISABEL F. BARBADILLO
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Se llama Peleas de Abajo. Y qué casualidad que el topónimo de este pequeño pueblo zamorano describa con sorprendente exactitud la penosa y rocambolesca situación por la que atraviesan muchos de sus vecinos -que hace meses que no cobran- y sus arcas municipales, que anteriores regidores dejaron endeudadas para la eternidad. Pellas millonarias contraídas con cajas de ahorros, la Seguridad Social, Hacienda, proveedores y funcionarios con las que ha de lidiar ahora el nuevo alcalde, Félix Roncero, de la Agrupación del Pueblo para el Pueblo, nombre elegido por votación popular para excluir a los cuneros que durante décadas hicieron de su capa un sayo. Esa lucha denodada amenaza con quemar las neuronas de este ganadero convertido, sin quererlo, en el quijote de la economía local más devastada de España. «Y de Europa», añade con sorna, porque «¿en qué lugar del mundo puede pasar una cosa así, que un municipio con 260 habitantes acumule una deuda de casi cinco millos de euros?».

Insólito. La localidad acapara la atención de los medios de comunicación de todo el país, los de allende el Atlántico e incluso de la BBC. Sugiere Roncero con ironía que a poco que cobrara por entrevistas y declaraciones la penuria mermaría considerablemente. Lo dice de broma, pero él y sus cuatro concejales -de los siete que integran la corporación- se devanan los sesos para salir de un agujero dejado por la construcción de una megaresidencia de ancianos que socava el arroyo de Valparaíso, franja bélica de antiguos enfrentamientos entre moros y cristianos que les separa de sus vecinos de Peleas de Arriba. Tal vez, Félix y sus ediles encontraran hueco en programas del corazón para contar las singulares vicisitudes de la exalcaldesa Josefa Rodríguez y de su hijo, Marcelo Jurado, que tomó el bastón de mando cuando a su madre la inhabilitaron para ejercer cargo público por malversación de fondos. Y encima fue reelegido. Nadie del pueblo quería asumir una carga pesada, semejante a una bola de nieve que cada día engordan los intereses de mora, las sanciones y los costes judiciales. Consecuencias: el alcalde no cobra nada, frente a los 20.000 euros del anterior; un auxiliar se ha ido a la calle, el aguacil lleva el apodo de semi, por la reducción de jornada, y está contento porque acaban de ingresarle la nómina del pasado septiembre. Dos concejales despachan varias horas gratis y la secretaria vive de los otros cuatro ayuntamientos que la comparten. Tampoco cobran desde hace cuatro meses los empleados del geriátrico.

Cifras escalofriantes

Porque las cifras asustan. Adeudan a a Caja España, que les prestó el dinero para construir la envidiable residencia de ancianos, su principal lacra, 2,7 millones de euros; 580.000, a la Seguridad Social; 600.000, a proveedores; 75.000, a Hacienda... A todo ello hay que sumar recargos del 20% y los intereses. Y los ingresos del Ayuntamiento no superan los 39.000 euros anuales. Un verdadero fiasco. «Es imposible pagar todo eso y para colmo no se llevaba ninguna contabilidad, seguimos buscando expedientes que no existen».

¿Pero cómo pudo llegarse a tan nefasta gestión? Félix Roncero apunta varias causas: la exalcaldesa utilizaba las subvenciones que las administraciones concedían a la residencia para construir un frontón, reformar la casa consistorial o edificar viviendas, en lugar de pagar los préstamos. La gestión de los primeros adjudicatarios de la residencia fue tan deplorable que hasta la Junta de Castilla y León retiró las 37 plazas concertadas. El Ayuntamiento la dirigió durante cinco años, periodo en que se acumularon las mayores deudas. El entonces alcalde Marcelo adjudicó de nuevo el geriátrico a «otros amigos suyos» por 325.000 euros «que duraron ocho días, porque él siempre era el primero en cobrar su sueldo aunque para los demás no hubiera, y aún tiene la cara de reclamarnos 5.000 euros» de sus últimos meses como regidor. «Además, nunca exigió los 8.000 euros al mes que los nuevos gestores debían de reembolsar a las arcas municipales». No se privaba, sin embargo, de hacer compras masivas para la residencia, incluidos cuadros caros o fiestas en el centro. Aún deben los 80.000 euros que costaron las fiestas patronales de la Virgen del Carmen. «Hacía mucha publicidad, contrataban a orquestas que ni siquiera se permitía Zamora, daban comidas gratuitas para las 2.000 personas que se acercaban al pueblo el día del Carmen...», un derroche para el que llega tarde la cuestionada propuesta del ministro Montoro de 'empapelar' a quienes despilfarran. Otro gallo hubiera cantado para este término de la comarca de la Tierra del Vino, donde nació Fernando III el Santo.

El Ayuntamiento negocia ahora con los acreedores, excepto con Caja España que, metida con Caja Duero en el proceso de fusión con Unicaja, carece de interlocutor. Otro revés. Y ha sido drástico al subir el 35% los impuestos para mantener el agua o luz. «El pueblo tiene que apechugar y lo acepta». Qué remedio. O eso, o la pedanía. Y lo tienen muy claro.