Gingrich ¿flor de un día?
El expresidente de la Cámara de Representantes logra una amplia victoria en las primarias republicanas de Carolina del Sur
MADRIDActualizado:La derrota de Mitt Romney en la primaria en Carolina del Sur ha aplazado, por lo menos, lo que parecía ser su imparable carrera hacia la rápida condición de candidato republicano a la Casa Blanca: Newt Gingrich resucitó y le venció por 40,4 a 27,8 por ciento de los votos.
El “New York Times”, tan perplejo como los demás, resumía el nuevo escenario con la afirmación de que, tras su fuerte derrota en New Hampshire, donde solo fue cuarto, la candidatura de Gingrich está todo menos muerta.Tercero y cuarto fueron, sin sorpresa, Rick Santorum (17 por ciento) y Ron Paul (13).
El 27,8 por ciento de Mitt Romney es muy inferior al 39,3 por ciento obtenido en New Hampshire. Pero el 40,4 de Newt Gingrich es un avance impresionante sobre su pobre 9,4 por ciento allí y le permite seguir en carrera esperando, tal vez como gran test, a la primaria de Florida el último día de este mes.
Con todo, lo único claro ahora es la obligación de demorar un poco la proclamación de la victoria de Romney en la corta carrera por el nombramiento como candidato del campo conservador. En el fondo no altera del todo la mayoría de los pronósticos, que antes de empezar el recorrido en los caucus de Iowa, ya pasaba por ser el mejor colocado.
Los dineros de Romney
La emoción suscitada por el contraataque casi únicamente personal de Gingrich en la semana precedente (su presentación de Romney como una especie de buitre financiero a cargo de un fondo de inversiones sin piedad y, además, pagando menos impuestos que la media en el país) hicieron mella, ciertamente.
Y eso que habían aparecido malas artes, documentales no bien ajustados a la verdad, opiniones hostiles compradas, procesos de intención vinculados a las presuntas creencias de los interesados, aunque nadie recurrió a utilizar la condición de mormón del vencedor, un hecho que, objetivamente – y aunque la corrección política impida reconocerlo – le perjudica en ciertas latitudes.
Romney no ha querido mostrar su declaración de impuestos, aunque lo hará en abril, pero se da por hecho que pagará alrededor de un quince por ciento sin cometer fraude alguno porque se beneficia el hecho central del pensamiento impositivo norteamericano: se premian la inversión y el ahorro y Romney obtiene casi todos sus ingresos del rendimiento de sus cuantiosas inversiones, algunas de las cuales se atienden desde el paraíso fiscal de la isla de Cayman.
La elegibilidad del candidato
Newt Gingrich, que lo apostó todo a resucitar en Carolina del Sur sabedor de que Romney ganaría en New Hampshire, tampoco es un pobre y su figura – por ejemplo como asesor de compañías financieras que le han abonado cuantiosas sumas sin que se vea muy claro el valor del asesoramiento – tampoco es la de un mesócrata cualquiera. Su apuesta por censurar la riqueza y las prácticas de Romney se resienten de esta doble condición.
Tal vez por eso atacó también en lo que él llama “el mundo de los valores” desde la cantinela que repitió sin cesar durante días: Romney, sencillamente, no es un verdadero conservador (…) y no necesitamos un moderado, sino un genuino conservador que se diferencie de Obama y su proyecto. Así pues, él intentó desacreditar a Romney allí donde está lo que observadores neutrales tienen por su mejor arma: su condición de centrista en política, acreditada durante su gestión como gobernador de Massachussets (2003-2007).
Pero una cosa es el voto útil al que finalmente recurrirán en su día los simpatizantes republicanos por sentido práctico (y no solo los de Carolina del Sur, un estado muy conservador en el que las religiones cristianas están muy arraigadas) y otro el que sirve meramente para designar eventuales delegados para la convención de Tampa en agosto. Lo sucedido ayer allí tiene algo de desahogo, pero no cancela la convicción de que Romney sigue siendo el mejor colocado a nivel federal y aporta lo que se llama la elegibilidad de su candidatura, de perfume más integrador, más inclusiva y plural.
Esperando a Florida
Tras lo sucedido ayer y la moral recuperada por la derecha-derecha republicana, explícita en la felicitación de Sarah Palin, alma del “Tea Party”, un poco huérfano tras el desastre de su representante Michele Bachmann, la carrera se ha animado mucho, pero no es seguro que el éxito de Gingrich haya venido para durar. Florida, donde se repetirá el duelo, no es Carolina del Sur y, además, envía más delegados a la Convención…
De hecho, salvo gran sorpresa, no hay margen para creer que se alterará lo que ya es el hecho central de la competencia, de creer los sondeos, casi unánimes: Romney es percibido como el mejor – el único, de hecho – candidato capaz de vencer a Obama. El presidente está en empate técnico con Romney en dos grandes sondeos nacionales, gana sin mucha holgura en otros dos y pierde en uno, pero derrota a Gingrich sin la menor duda en otros seis (de las mismas empresas) en algunos por goleada (como el de Ipsos: 53 a 38).
Esta factibilidad de la candidatura Romney, mucho más transversal, deberá consolidarse en las próximas elecciones y la de Florida, el último día de este mes, podría ser la primera ocasión de comprobarlo. Allí el público es muy distinto, hay un siete por ciento de judíos, muy hostiles a Gingrich y un 23 por ciento de hispanos, divididos. Florida no es Carolina del Sur. Si Gingrich vence allí sí podremos hablar de un vuelco, pero si pierde lo de Carolina del Sur habrá sido un incidente de recorrido…