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Contador y Rasmussen en una imagen de archivo./Ernst van Norde | AP
ciclismo

Contador-Rasmussen, cinco años después

Desde el Tour de 2007 no habían vuelto a coincidir en una prueba profesional.

BENITO URRABURU
SAN LUIS (ARGENTINA)Actualizado:

La vida da tantas vueltas que en muchas ocasiones esa rueda que no controlamos y que no para nunca de girar nos conduce a situaciones inimagiables. En el mes de julio de 2007, la carrera deportiva del mejor corredor del Tour de Francia ese año, el danés Michael Rasmussen, iba a quedar cercenada casi de cuajo, mientras que la de un joven corredor español, Alberto Contador, se lanzaría de forma definitiva.

Ninguno de los dos pudo decidir su destino. Se conocían de verse en la carretera. Cinco años después de aquella noche que no tuvo fin en Pau, Contador y Rasmussen vuelven a verse la caras en Argentina, en la Vuelta a San Luis. Contador es una estrella del ciclismo mundial que ha luchado por demostrar su inocencia, mientras que Rasmussen se resistió a que nadie le dijese cuándo se tenía que ir del ciclismo. Va camino de los 37 años y físicamente está como siempre: transparente. Se puede decir que se encuentra ante una revancha personal, la de volver a enfrentarse al corredor que acabó ganando un Tour que él dominaba a su antojo.

La vida no fue igual desde entonces para ninguno de ellos. Solo habían coincidido desde aquel momento en una prueba no oficial, el Critérium de Cancún, hace dos años. Rasmussen es ahora el líder y dueño del modesto equipo danés Christina Watches y lo único que quiere es correr. Su historia es suficientemente conocida. En el Tour de 2007, Rabobank decidió retirarle de la carrera por 'recomendación' de los organizadores cuando llevaba más de tres minutos de ventaja al segundo clasificado... Alberto Contador.

¿El motivo? La ausencia del corredor en cuatro controles que eran obligatorios, fuera de competición: dos de la Federación Danesa y dos de la UCI. Dijeron que estaba entrenando en México y en realidad se encontraba en las montañas italianas. Era prácticamente el ganador de ese Tour después de la jornada del Aubisque, con cuatro etapas solo para llegar a París.

Su carrera quedó en uno de esos golpes dramáticos que sufrió, primero él y luego el ciclismo. Estuvo sancionado dos años, pero volvió a correr.

Nunca dio positivo. El director del Tour, Christian Prudhome, dijo entonces: «No se puede decir que haya hecho ninguna trampa, pero su falta de seriedad y sus mentiras sobre sus localizaciones no se pueden permitir».

En el mes de julio de 2009 volvería a la competición. Lo hizo en una prueba en Dinamarca. Ningún equipo europeo lo quiso fichar, de ninguna categoría, para evitarse problemas con la UCI y con los organizadores.

Estaba dispuesto a correr gratis. Nadie apostó por él; nadie le quiso. Acabó en el Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara, en México, con quien corrió la Vuelta a Chihuahua y pruebas en Sudamérica. Ganó una etapa en esa carrera y fue sexto en la general. Desde que se casó con una mexicana pasaba mucho tiempo en ese país. Corría carretera, mountan-bike, de todo.

No ha vuelto a las grandes carreras del calendario mundial, ni tampoco a un gran equipo- Mi volverá, pero ahí sigue. Tiene mérito. Correría luego en otra formación de categoría Continental, el Miche italiano, en 2010, hasta que ha montado su propio grupo, Christina Watches. Se habló de que lo quería recuperar el Saxo Bank, pero todo se quedó en un rumor.

Tiene un proyecto ambicioso y vuelve a verse con Contador, al que intentará ganar, quedar por delante de él en la Vuelta a San Luis. Es una cuestión de orgullo. Junto a ellos hay nombres en esta carrera como los de Vincenzo Nibali y Elia Viviani (Liquigas), Levi Leipheimer, Tom Boonen y Sylvain Chavanel (Omega), Giovanni Visconti, Fran Ventoso y Jonathan Castroviejo (Movistar), José Serpa y Emanuelle Sella (Androni), Filippo Pozzato (Farnese), Félix Cárdenas (Colombia) o Juan José Lobato (Andalucía).

En total, 25 equipos, siete etapas, dos llegadas en alto, una contrarreloj y 10 millones de pesos de presupuesto en la carrera (dos millones de euros al cambio), en una prueba que tendrá un enfrentamiento directo entre el ciclismo europeo y el americano, y también ese duelo Contador-Rasussen, que tiene morbo. Sobre todo, para el ciclista danés.