Kim Schmitz, un excéntrico sin límites
Este alemán de 37 años fue detenido en Barcelona por participar en la carrera Gumbal 3000 de coches de alta gama
MADRID.Actualizado:La de Kim Schmitz (Alemania, 1974) es una figura singular. Es un pirata informático con rasgos de empresario que ha acabado por integrar esa raza de multimillonarios que llevan incrustada la excentricidad en su código genético. No es extraño encontrar en Internet, volando de un lado para otro, un puñado de imágenes en las que el fundador de Megaupload aparece posando junto a lujosos yates, sumergiendo su ingente humanidad en un jacuzzi escoltado por una botella de champán o exprimiendo el acelerador de un coche de lujo vetado para el común de los mortales. Schmitz no pasa desapercibido. Es un personaje pintoresco. A pesar de que se empeñe en adornar todas sus acciones con una expresión de no haber roto en plato en su vida, este informático alemán cuenta con un largo historial que compila condenas en los tribunales y capítulos personales bajo el mismo denominador común: el poso de incredulidad que queda al conocer los detalles de su existencia.
Su currículum comienza cuando con veinte años es condenado a un año de cárcel por fraude informático tras ser arrestado por comercializar tarjetas bancarias robadas. Por esa época, en 1994, fundó la compañía DataSecurity, la que sería la primera aventura de una turbia carrera empresarial. Cinco años más tarde, cuando las conexiones portátiles a Internet eran una utopía en comparación con la tecnología actual, puso sobre la mesa, junto a la empresa IVM Engineering, un dispositivo por el cual los coches de Mercedes-Benz podían acceder a la Red. Sin embargo, la genialidad queda sepultada por el escándalo.
En 2002, con la Bolsa como escenario, el 'hacker' logró un 'pelotazo'. Se hizo con LetsBuyIt.com, una empresa que iba hacia la bancarrota. Inyectó en la compañía 350.000 dólares. El valor de las acciones se catapultó hasta multiplicar por tres su valor. Sin embargo, la inversión multimillonaria jamás llegó. Schmitz engañó a todo el mundo: mientras el mercado esperaba el dinero, él vendió sus acciones y ganó millón y medio de dólares. Desapareció del organigrama de la empresa a la que iba a salvar de la suspensión de pagos, que acabó quebrando meses después. Por esta y otras acciones empresariales de dudosa legalidad, fue detenido en Bangkok ese mismo año y deportado a Alemania, donde sería condenado a pagar una multa de 100.000 euros y casi dos años de cárcel por uso de información privilegiada.
Yates y jets
Pero todos estos pufos parecen quedar eclipsados por sus múltiples extravagancias. Fanático de los jets, coches de lujo, yates y fiestas, lo que se cuenta de él parece caminar entre la realidad y la leyenda. Sin embargo, la imagen más vista de Schmitz es en la que, vestido de negro, se le ve participando a toda velocidad en 'Gumball 3.000', un rally de coches de alta gama que ganó en 2001. Solo la inscripción cuesta 20.000 dólares. Lo curioso de esta competición es que transcurre por autopistas europeas, con lo que dar esquinazo a la policía se convierte en un aliciente más.
En vídeos de YouTube se le puede ver hablando de sus encontronazos con los Mossos d'Esquadra en 2004. Kim se sorprende de no poder sobornar a la policía catalana, que le impuso una multa de 315 euros por conducción temeraria.
Eligió Nueva Zelanda para dar esquinazo a los escándalos y las pesquisas policiales. Se escudó en un pasaporte finlandés falso. Pero no pudo frenar su obsesión por el lujo. Hace dos años, un programa televisivo realizó una investigación sobre su figura después de que hubiese adquirido la mansión más grande de la isla. Acabó siendo descubierto. Tampoco ayudó el hecho de que saliera de casa con escolta y en alguno de los lujosos automóviles que colecciona. Eso canta mucho en un país como Nueva Zelanda. Estos deslices ocasionaron que se desatasen las investigaciones del FBI. Tras 24 largos meses, culminaron el jueves con el operativo que supuso la detención del alemán y algunos de sus colaboradores.