ARTE

«Con un e-reader te pierdes el aroma de la tinta en el papel»

Francesc Capdevila 'Max' Dibujante de cómicEl dibujante de 'Babelia' y Premio Nacional de Cómic participa hoy en el ciclo de la UCA 'Presencias literarias'

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Miembro de la cantera de 'El Víbora', el dibujante Max empezó su carrera admirado por la corriente menos comercial del cómic norteamericano. En los noventa logró publicar dos portadas en la prestigiosa revista 'The New Yorker' y poco a poco ha ido puliendo su estilo hacia un dibujo más minimalista. De sus primeros personajes, Gustavo y Peter Pank paso a su última creación, 'Bardin el superrealista', un tebeo en el que plasmó su influencia de la escuela Bruguera. Después vinieron los reconocimientos como el Premio Nacional de Cómic en 2007 y ahora, alterna su trabajo semanal en 'Babelia' con un nuevo e interesante proyecto.

-¿Cuáles han sido sus influencias a lo largo de su carrera?

-Empecé muy influenciado por los cómics underground americanos, sobre todo por Robert Crumb y Gilbert Sherton. En aquel momento tenía 17 años y esos cómic me parecían una nueva forma de entender los tebeos. Hablaban sin tabús ni autocensura de ningún tipo. Luego fui añadiendo influencias de mis lecturas infantiles. Tintín me ha influido mucho en mi trabajo, así como los cómics de Bruguera que leía con ocho años. Soy muy esponja, pienso que el arte siempre ha funcionado así, todos han sido discípulos de alguien.

-Su estilo de dibujo se ha hecho más minimalista, ¿por qué?

-Es algo que se aprende con el tiempo. A muchos artistas que me interesan les ha pasado, que van depurando su trazo. Se tiende a simplificar, para con menos líneas, transmitir más. Lo que importa en un dibujo es lo que se transmite y para lograrlo no hay que añadir muchos elementos.

-Muchas de las composiciones de sus dibujos esconden una 'X', ¿por qué esta obsesión?

-Es una letra muy simbólica. Aparte de que esté en 'Max', indica la incógnita, un cruce de caminos. Ahí donde se cruzan cosas distintas ocurren cosas importantes. Además es una letra muy bonita gráficamente.

-Pertenece al exclusivo club de artistas que ha diseñado alguna portada de 'The New Yorker'. ¿Qué significó para su carrera?

-Mucho. Publicar allí es como llegar al olimpo de los ilustradores. Además tiene un siglo casi de vida. Todas sus portadas han sido siempre dibujos y a lo largo del último siglo por la revista han pasado muchos grandes dibujantes. Además, en el currículum impresiona mucho (risas).

-Tiene entre manos un proyecto con un nuevo personaje, ¿qué puede contar de él?

-Se llama Nick y es un tipo que está harto del mundo hasta tal punto que decide irse al desierto. La historia me vino inspirada por la de San Antonio Abad, uno de los primeros eremitas que se fue al desierto a buscar a Dios. Allí sufre las tentaciones del diablo. Mi personaje está en el mundo actual y lo que quiere es aclarar sus ideas pero le persiguen las tentaciones del mundo contemporáneo, donde todo es entretenimiento y espectáculo que te distrae de lo importante de la vida. Para escapar de eso no te queda más que huir, pero ni siquiera eso, porque el personaje no lo consigue. Estoy terminando el libro, que espero que se publique esta primavera.

-El cine siempre ha prestado atención a las historias de los cómics, sobre todo a las de superhéroes, pero ahora hay otro tipo de obras como 'Arrugas', de Paco Roca o 'Persépolis' de Marjane Satrapi, menos comerciales, que se han adaptado a la gran pantalla. ¿Qué le parece esto?

-El cine aprovecha una cantera de renovación de contenidos que se ha dado en el cómic. El cine comercial tenía agotados los temas típicos y ha encontrado en el cómic un nuevo filón. De todas formas, se hacen cosas buenas y malas. Aunque todo el mundo se empeña en hermanar estas dos artes visuales, son realmente distintas. Yo no cambio los cómics por sus correspondientes películas. No hay ninguna que me haya gustado más que el cómic del que procede.

-Quizá los cómics lo tienen más difícil a la hora de adaptarse a los nuevos soportes digitales, tabletas y e-readers, porque suelen cuidar más sus ediciones, el papel, los formatos... ¿qué opina?

-Es verdad que los cómics ahora están muy bien impresos, con encuadernaciones muy bonitas, pero ahora cualquier cómic se puede adaptar sin contratiempos, y queda a gusto del lector elegir un formato u otro. Pero creo que con el e-reader se pierde ese aroma de la tinta en el papel. Eso sí, hay un posible desarrollo futuro más allá de trasladar las páginas impresas a la pantalla. Hay gente que ya está probando cosas, lecturas con hipertexto, que les lleva de un sitio a otro, pero se abusa de la posibilidad de incluir sonidos y animaciones. A priori parece que enriquece, pero el cómic nunca lo ha necesitado, nunca ha tenido sonido. Cuando alguien lee un bocadillo se imagina la entonación en su cabeza. Eso no me parece esencial, aunque puede haber posibilidades nuevas de enfocar la narración, jugar con el planteamiento, nudo y desenlace y otras cosas... Hay que trabajárselo mucho. Yo soy de una generación mayor, que tiene sus límites, pero hay gente que ha nacido en la era digital y ellos son los que encontrarán la nueva forma de hacer cómics para la pantalla.

-Usted criticaba que los lectores no admiten cambios en los personajes, de ahí que creara a Bardin como un personaje sin personalidad. ¿Lo ha conseguido o ha habido algún lector que se haya quejado alguna vez?

-Hasta el momento nadie se ha quejado. Es verdad que mi propuesta era utópica, quieras que no aunque haya intentado hacer un personaje abierto, predispuesto a cualquier aventura al final Bardin acaba siendo algo previsible. Eso sí, yo me he divertido mucho y a los lectores les ha interesado.

-Hace años hizo algunos dibujos para el Pequeño Larousse Ilustrado, ¿cómo fue la experiencia?

-Fue un desafío. Eran las ilustraciones iniciales de cada capítulo, asociadas a las letras del alfabeto. Hice dos series de la A a la Z y fue muy divertido. Es un honor que te llamen para colaborar en un producto con una tradición centenaria.

-¿Y qué reto le suponen sus viñetas semanales para el suplemento 'Babelia', de 'El País'?

-Desde hace cuatro años ilustro la columna de Manuel Rodríguez Rivero, que trata sobre el mundo de los libros, no son críticas de obras. A mí me da pie a hacer dibujos divertidos, poéticos o dramáticos, muy diferentes. Me llegan los textos los domingos y tengo que hacer mi trabajo el lunes para enviarlo el martes por la mañana. Es mi desafío semanal porque tengo que ser rápido y yo soy un dibujante lento y minucioso.