Agenda exterior de Rajoy
La aportación a Europa será importante si nos convertimos en un interlocutor fiable
Actualizado:Mariano Rajoy recibe hoy al presidente francés, Nicolás Sarkozy, y mañana al presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy. En unos días, Rajoy viajará a Rabat y a Berlín y a final de mes asistirá a su primer cónclave europeo en Bruselas. La intensa actividad internacional que el presidente Rajoy despliega en estos días confirma que gran parte de los intereses de España requieren ser negociados y defendidos fuera de nuestras fronteras. La gran prioridad del nuevo gobierno, y a la vez su urgencia, es reformar la economía española en el contexto de la crisis del euro y contribuir a ser parte de la solución. Esta semana el belga Van Rompuy sugerirá al presidente Rajoy que España se incorpore al nuevo club dirigente europeo formado por Alemania, Francia e Italia. Sería un error no aceptar este ofrecimiento y tratar de jugar fuera de este núcleo duro en Bruselas. La aportación española puede ser muy importante si nuestro país se convierte en un interlocutor serio y fiable en cuestiones económicas. Con el presidente francés la sintonía personal e ideológica es una importante baza a favor de la concertación. No hay que olvidar, sin embargo, que Sarkozy está en período electoral y en su preferencia por el dirigismo estatal. París, por otro lado, va a remolque de Berlín en el debate sobre la moneda única y acepta sin ningún entusiasmo las recetas alemanas de austeridad y límites permanentes y constitucionalizados al gasto público. España debe estrechar sus relaciones con Francia pero no convertirse en un país satélite, por lo que la relación con Berlín será esencial. Alemania y España deben volver a ser socios europeos. Rajoy tiene además que conseguir reforzar el compromiso europeo de la canciller Merkel, a la que le cuesta formular una visión a largo plazo sobre el continente. Por otro lado, la elección de Rabat para realizar el primer viaje al exterior es poco acertada. Hubiera sido preferible elegir Berlín, París o Washington. Empezarán en Rabat, sin embargo, atendiendo a una petición de la diplomacia real marroquí. La relación con el vecino del sur debe ser estrecha e intensa, pero hay que corregir la tendencia de estos años por la que sus intereses se satisfacen siempre primero.