NO PERDER LA ILUSIÓN
Actualizado:El pasado domingo dedicaba las presentes líneas al indeseable, o a los indeseables, que la madrugada del jueves anterior habían destrozado la figura del Niño Jesús instalada en el Belén monumental que cada año adorna la Navidad jerezana en plena Alameda Cristina. Es cierto que aquella columna era bastante fruto del cabreo e indignación que a este cronista, como cristiano católico confeso, le producen los atentados impunes que con demasiada frecuencia se cometen contra los símbolos de mi religión, normalmente a cargo de sujetos que serían incapaces de mostrar idéntica capacidad atentatoria contra restantes religiones. Supongo que el hecho de que el catolicismo carezca de un ala integral, es lo que permite a cualquier individuo arrogarse esa capacidad para destrozar aquello que, para 1.700 millones de habitantes de este planeta tiene carácter sagrado.
Pero bien, superado aquel episodio, que no olvidado, bueno será volver a la rutina dominical que, inexcusablemente, debe girar sobre la enorme crisis en la que nos hallamos inmersos a todos los niveles pero, con especial virulencia en esta ciudad de Jerez. A nadie escapa que este 2012 tiene todas las papeletas para convertirse de nuevo en un año malo de solemnidad, como ya lo fueron sus predecesores. Más de cinco millones de parados; administraciones que están recortando lo indecible; subidas generalizadas de impuestos; precios que van a tender al alza casi sin excepción, y un largo etcétera que pueden hacernos llegar incluso a añorar al finiquitado 2011.
Esa situación es trasladable a nuestra ciudad pues, de hecho, en esta primera quincena del nuevo año la cosa no ha ido a mejor. Es evidente que el periodo navideño festivo siempre relaja, pero aún Sus Majestades de Oriente no han podido coger el barco en Algeciras cuando de nuevo mi ciudad vuelve a las andadas.
Los conflictos se están sucediendo con demasiada habitualidad. Los empleados municipales han retomado nuevamente sus movilizaciones. Supongo que es consecuencia inmediata de quien cada mañana acude a trabajar y a final de mes no cobra su salario. Los autobuses urbanos están a un tris de reiniciar sus paros de protesta. Parece que mañana lunes será un día crucial para este colectivo de trabajadores. Sumen a esta nómina los empleados de Linesur, que esta semana protagonizaban una marcha de protesta a bordo de sus autobuses por el centro de la ciudad, originando el consecuente lio circulatorio. También protestan los empleados de Jerezana de Comunidades, con las de viviendas unifamiliares que esta empresa ha puesto en el mercado y, como no podía ser de otra forma, continúan las trabajadoras de Acasa, más activas que nunca, al punto de que están bordeando la ilegalidad más absoluta. No es sólo que corten a su antojo cualquier calle en cualquier momento del día, provocando enormes atascos en la ciudad, sino que sus protestas han dado un paso adelante y lo mismo se encierran en dependencias municipales, que cortan los accesos al hipermercado del Corte Inglés, provocan enormes retenciones en la antigua Nacional IV o se plantan delante del garaje de los autobuses urbanos, dejando toda una ciudad de casi 250.000 habitantes una mañana entera sin su transporte público,
Así que, llegados a este punto, me van a permitir que hoy finalice estas líneas con una pregunta que se me antoja muy evidente ¿qué podemos hacer los ciudadanos de a pie -usted y yo- ante toda esta complicada situación? Sé que respuestas hay miles y no todas son válidas. Sin embargo, la mejor de todas me la daba el otro día una amiga charlando casualmente en plena calle Larga. Lo fundamental es a la vez lo más simple, y ello no es otra cosa más que no perder la ilusión. De algún modo, los ciudadanos tenemos que levantarnos cada mañana ilusionados en la creencia de que la situación va a ir a mejor. Ilusionados ante la certeza de que una actitud positiva ante la vida genera influjos igualmente positivos hacia todo lo que está a nuestro alrededor. Ilusionados, en definitiva, ante la esperanza de que cualquier tiempo pasado necesariamente no ha de ser mejor por mucho cabrón que ande suelto por ahí rompiendo figuras del belén.