Un repugnante error
Actualizado: GuardarLa imagen de cuatro soldados norteamericanos orinando sobre cadáveres de afganos, civiles o guerrilleros talibanes es una tragedia para la política de relaciones públicas e imagen social de la intervención estadounidense en Afganistán. El Pentágono, pero también la OTAN, que ayuda en la operación, han condenado durísimamente el hecho y prometido una investigación. En el contexto general de una guerra tan larga, compleja, mal explicada y muy discutida, el asunto parece menor, lo es de hecho si se le compara, por ejemplo, con los famosos daños colaterales en los bombardeos aéreos o las muertes de cientos de no combatientes a manos de los insurgentes. Pero hiere por el tono divertido de sus perpetradores y su condición regocijante en medio del drama. En 1968, la foto de un general survietnamita matando a sangre fría en Saigón a un prisionero atado dañó irreparablemente a su aliado norteamericano. Lo de ahora es menos sangriento, pero igualmente inaceptable y repugnante. Los talibanes han dicho ya que el hecho no cancelará el iniciado diálogo de paz con Washington. Pero cuando llegue el negociador Marc Grossman encontrará una atmósfera un poco más hostil.