ESPERAR AL FUTURO

Hace años, cuando todavía hacía viajes exóticos, me dirigía al Mar Rojo en autobús. Superando la nostalgia chovinista de mi tierra natal, vi playas que -cuesta reconocerlo- eran hasta mejores que la Victoria.

Perdido en una larga ensoñación como estaba, no me di cuenta de que habíamos pinchado. Cuando nos hicieron bajar del vetusto vehículo, pude comprobar cómo habían aparecido de la nada unos cuantos niños que nos pedían cualquier cosa con una mirada de extrañeza total.

Uno de mis compañeros les dio un lápiz viejo y los niños sonrieron. Acto seguido, se pelearon por el despuntado instrumento. Fue entonces cuando el mismo compañero nos dijo: «Dadles cualquier cosa, se conforman con lo que sea, no seáis más ratas de Cadi-cadi».

Hoy veo mi vieja ciudad y no puedo evitar recordar a aquellos niños estableciendo un paralelismo metafórico o un simple símil de lo que somos hoy en día los gaditanos.

Queremos que nos den cosas, a las que tenemos derecho por ser aborígenes de esta ciudad. Pero claro, al ver cómo empeora la cosa, nos vamos amoldando a la realidad. Hoy prácticamente nos conformamos con lo que sea, hemos bajado tanto el nivel que con un congreso de psicopedagogos nos conformaríamos y originaría una corriente de «mepongolamedalla» sin precedentes.

Pero no nos dan nada. Ni tomamos la iniciativa. Y seguimos quejándonos. Nihil novum sub sole.