Chacón
Actualizado: GuardarLas elecciones internas en el seno de la organizaciones generan a menudo fracturas dolorosas porque obligan a tomar decisiones de preterir y discriminar entre personas todas ellas apreciadas por el grupo. En el caso español, probablemente se agrave la sensación inquietante por la juventud de nuestra democracia, que aún no modula del todo las diferencias existentes entre conceptos cercanos pero diversos como enemigo, oponente, adversario, competidor o antagonista.
La disyuntiva entre Rubalcaba y Chacón, que probablemente será el eje del congreso socialista de febrero, resulta en este sentido inquietante para quienes deberán resolverla. Rubalcaba es un político completo de espléndida envergadura profesional y personal que, entre otros méritos, tuvo el coraje de ponerse sobre sus hombros a un partido en evidente bancarrota para arrastrarlo al calvario del 20N, una tarea ingrata y hercúlea que muy pocos hubieran aceptado. Y, sin embargo, todo indica que gran parte del hemisferio de babor de la sociedad de este país y una probable mayoría de la militancia socialista piensa que el futuro no pasa tanto por Rubalcaba cuanto por Chacón.
Un primer mensaje, presente en el manifiesto fundacional de la corriente y en las intervenciones posteriores de varios de sus miembros es el de la autocrítica acerba, que debe hacerse a pesar de que inevitablemente suscite el cuestionamiento de todo lo anterior.
Un segundo mensaje, éste internacionalista, resulta asimismo muy estimulante: López Aguilar está poniendo de manifiesto que urge crear una verdadera opción socialdemócrata europea, sin cuya emergencia no tendrán sentido los esfuerzos nacionales por reconstituir un centro izquierda precisamente ahora, cuando puede reivindicarse con razón que esta crisis es consecuencia del fracaso del 'consenso de Washington', de las tesis neoliberales sobre las que se construyó la globalización. La erección de un partido socialista europeo es condición sine qua non no sólo de la recuperación de la izquierda continental sin de la apertura de un debate constructivo que nos saque de la gran crisis.
Probablemente estos mensajes, que huelen a futuro, estén en el secreto de la opción que hoy parece más ilusionante para más militantes socialistas.