Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
Miguel Ángel Oliver analiza la situación creada en el medio televisivo este año. / Micaela González | Virginia Carrasco
anuario 2011 | comunicación

El año en que se puso límites a la televisión

Polémicas entrevistas como la que La Noria hizo a la madre del Cuco despertaron un fuerte rechazo entre los espectadores

MICAELA GONZÁLEZ
MADRID Actualizado:

El sensacionalismo en la televisión ha estado a la orden del día en 2011. Los programas del corazón y las tertulias sobre asuntos sórdidos han escalado puestos en las parrillas de las cadenas privadas y han copado el 'prime time', colocándose en muchas ocasiones como líderes de audiencia. Los concursos más vistos son aquellos en los que se pone a prueba la capacidad intelectual de los famosos de turno, a la espera del tropiezo que desate los comentarios en las redes sociales (como el reciente súbito cambio de opinión de Remedios Cervantes en 'Atrapa un millón', que hizo perder una importante suma de dinero a un concursante). Hasta los presentadores de los informativos se desvían de vez en cuando de su habitual línea y caen ennoticias con un indudable aire morboso.

Sin embargo, lo que realmente ha cambiado durante los últimos doce meses en el mundo audiovisual ha sido la actitud de los telespectadores. Antes era el sujeto pasivo, casi secundario y sin importancia. Ahora, el giro es evidente y es la audiencia quien decide qué quiere y qué no quiere encontrarse en los contenidos de los programas. Incluso su actitud ante ciertos programas marca el interés de los anunciantes en aparecer en ellos. Esta nueva tendencia ha venido de la mano del boom mundial de las redes sociales.

Ya no solo las cifras de audiencia cantan, porque muchas veces la propensión hacia el morbo y el sensacionalismo hace que la gente consuma determinados productos aunque no presuma precisamente de ello. Esto ocurre constantemente con talk-shows y magazines - como ‘La Noria’, ‘Sálvame’ o ‘El programa de Ana Rosa’ - que han anotado una cuota media de pantalla del 15% durante 2011. Con la explosión de herramientas como Twitter, Facebook, Tuenti, blogs y foros, el público deja de ser un número con el que decidir la permanencia de un programa y pasa a formar parte del espectáculo. Incluso sus comentarios son citados en los programas como ejemplos de la ya tan manida interactividad entre programa y televidente.

Los dos hechos más significativos y destacables, que ponen de manifiesto la creciente influencia del espectador como individuo elector y selector, han tenido como protagonista a la cadena más polémica de la parrilla nacional, Telecinco. El primero es el reprobable espectáculo que ‘El programa de Ana Rosa’ ofreció en febrero, que desató a velocidad de vértigo los comentarios.

Cuando Isabel García, esposa del asesino de la pequeña Mari Luz Cortés, fue acosada en directo por una reportera y el colaborador de la presentadora, Nacho Abad, la red comenzó a hervir. La mujer, con una reconocida discapacidad intelectual, fue perseguida, insultada y presionada hasta el borde del desmayo por el equipo del magazine hasta lograr la confesión sobre la culpabilidad de su marido. Esta discutida actuación recibió calificatvos como “ denigrante, inhumana y repugnante”, que evidenciaron el descontento de los espectadores y trazó una línea que el programa será dificil que rebase en el futuro.

El caso de 'La Noria'

El segundo hito, significó un paso más, algo nunca visto hasta ahora. La opinión pública consiguió finiquitar con su posición la publicidad de un programa. Este fue el caso de ‘La Noria’, cuando la madre de 'el Cuco', uno de los cómplices del trágico asesinato de Marta del Castillo, apareció en octubre en el plató de Jordi González para defender la inocencia de su hijo bajo el módico precio de 10.000 euros.

A pesar de que González trató de exculpar a la cadena del grupo Mediaset explicando que otras también habían emitido entrevistas con esta misma mujer, Rosalía García, la audiencia no pudo menos que solidarizarse con la familia de la víctima y alzar la voz en contra de estas licencias que en ocasiones se toman determinados medios.

La consecuencias fueron inmediatas y en tan solo una semana, tras una campaña en las redes sociales que asociaban la discutida actuación de los mandamases de 'La Noria' a los anunciantes y culpaban a estos últimos de dar soporte a comportamientos deleznables, Telecinco perdió a manos de bloggeros y twitteros a todos los anunciantes del exitoso programa, dejándolo en la cuerda floja.

Si este año ha sido duro en todos los sectores, la crisis financiera, social y mediática ha atacado directamente al mundo de la televisión, no solo a sus cuentas, también a sus contenidos, acentuando una regresión hacia el amarillismo propia del panfletismo de principios del siglo XX, cuando toda historia valía, por sórdida y grotesca que fuera, si las ventas merecían la pena. Pero como dice Miguel Ángel Oliver, miembro de la Junta Directiva de la Academia de la Televisión, el espectador no es tonto. Sabe qué quiere y ahora, con los utensilios necesarios para hacerse oír, también ha marcado este 2011 como “el año en que se puso límites a la televisión”.