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análisis

Marruecos: islamistas normalizados

El monarca alauí ha dado el visto bueno al nuevo gabinete encabezado por Abdelilá Benkiran

ENRIQUE VÁZQUEZ
Actualizado:

"S.M. el Rey, que Dios Le asista, acompañado de S.A.R. el Príncipe-Heredero Muyaly El-Hassan ha nombrado hoy en la sala del Trono del Palacio Real de Rabat a los miembros del nuevo gobierno".

Un vistazo al uso de las mayúsculas, incluidas las palabras cercanas a la institución monárquica, palacio, real o trono, la forma pronominal del complemento directo cuando se refiere al soberano y la escenografía, el cómo, el dónde y el por quién ahorra comentarios sobre los papeles que el jefe del Estado, el rey Mohamed VI, y el gobierno se atribuyen cara al público: exactamente los que tenían.

Hubo unas genuinas elecciones democráticas en Marruecos, los islamistas fueron los más votados, el rey llamó a formar el gobierno al líder islamista, Abdelilah Benkiran como indica la nueva Constitución votada en noviembre y se abrió un nuevo ciclo político-constitucional. Sería un error quedarse en la pura visualización sensorial de lo sucedido con la foto oficial del nuevo gobierno junto al rey y su hijo, pero también lo sería asumir que ha llegado la gran innovación.

Un gobierno de coalición

Por la fuerza de las cosas, Benkiran, sin mayoría propia, debió formar un ejecutivo de coalición y para eso contó con la rápida aquiescencia del "Movimiento Popular", el partido antes llamado beréber, el nacionalista conservador Istiqlal y los antiguos comunistas, hoy "Partido del Progreso y el Socialismo". Lo previsto desde que se conocieron los resultados electorales si se exceptúa la decisión final de la USFP (el socialismo clásico) de no entrar.

Carteras menores aparte, el partido islamista, "Justicia y Desarrollo", ha retenido, además de la jefatura del gabinete para el propio Benkiran un ministerio de Estado sin cartera, pero de resonancia política, para Abdallah Baha, Exteriores para el médico Saad Eddin el-Othmani, ambos dirigentes históricos del partido, y Justicia para Mustafá Ramid.

El Istiqlal recibe Economía y Hacienda en la persona de Nizar Baraka, bien conocido en los círculos empresariales de Madrid, secretario de Estado de Economía y Presupuesto en el gobierno precedente y yerno del jefe del gran partido nacionalista y primer ministro saliente, Abbas al-Fassi. Una curiosa novedad es que se mantiene como ministro de Agricultura, una atribución de importancia en el reino, Aziz Akhannuch… para lo que ha debido dejar su partido, la "Agrupación Nacional de Independientes" tras jurar por su honor que no se afiliará a ningún otro… Interior, en fin, gran ministerio, ha ido al líder del Movimiento Popular, Mohand Laenser.

El papel del rey

La tardanza inusual en anunciar el nuevo ejecutivo suscitó toda clase de especulaciones sobre presuntas diferencias entre S.M. y Benkiran, particularmente en lo relacionado con el ministerio de Justicia y se habló de un veto literal de palacio a Ramid. Todavía ayer el primer ministro designado, lógicamente requerido por la prensa sobre lo que sucedía, solo pudo decir que era optimista sobre la formación del gobierno… tras haber trascendido que, en realidad, estaba teniendo lugar una verdadera negociación entre él y el rey a través de su poderoso gabinete real.

Esta institución, percibida a veces como un gobierno personal paralelo, permanece como una atribución inalterable del jefe del Estado y con frecuencia ha sido más relevante ser consejero real que ministro, particularmente porque da cierta proximidad al soberano. Por eso se interpretó como un aviso de Mohamed VI al gobierno el nombramiento ayer mismo del ministro de Exteriores saliente (y confidente y amigo personal) Taieb Fassi Fihri como nuevo consejero del monarca.

Sea como fuere, sin embargo, hay novedad considerable en el hecho central noticiable: el espantajo islamista, agitado durante años como una coartada para, entre otros argumentos, sofocar el cambio y mantener a cualquier precio el statu quo institucional, ha muerto y el hecho es una innovación profunda en el reino.

El contexto regional

Lo sucedido, nueva y más democrática Constitución, referéndum y elecciones legislativas sin fraude, ha sido puesto en el haber casi milagroso de la marejada democratizadora conocida como primavera árabe, pero el asunto es algo más complejo. De hecho, fuentes políticas marroquíes (incluida una vinculada estrechamente a la reforma constitucional y que no desea ser mencionada) aseguran que había suficientes problemas y suficientes presiones para iniciar, tal vez de otro modo, un proceso parecido al ahora vigente.

La cuestión clave, contar con el factor islamista, sin el cual todo sería percibido como hueco y llamado al fracaso, fue paradójicamente facilitada por la rápida constatación, hacia marzo del año pasado, apenas encarrilada la crisis en Túnez, de que había un islamismo modernizado, constitucional y patriótico con el que se puede trabajar. La tradición nacional jerifiana, es decir propia de Marruecos, donde la dinastía reina y gobierna desde el siglo XVII con la anuencia popular, podría coexistir con las formas modernizadas de un islam político mejor que la media disponible.

Que algo notable está sucediendo en el registro histórico marroquí es seguro y parece dar, incluso, frutos políticos inesperados. A falta de una confirmación que nunca será explícita ni oficial antes o después sabremos si la gran noticia de la oposición islamista que boicoteó las elecciones ("Justicia y Caridad" del viejo sheik Yassin y su hija Nadia), o sea, su decisión de abandonar las marachas opositoras junto a otras expresiones opositoras laicas, modernistas y de generación facebook, tiene algo que ver con el nuevo clima. Guste más o menos, tal clima se ha instalado y es una oportunidad de oro que un puñado de gente capaz y de buena fe está manejando ya.