Foco de tensión

Irán: guerra, psicología, política

Los dirigentes políticos y militares iraníes emergen regularmente en los titulares de la prensa mundial por sus declaraciones belicosas

MADRID Actualizado: Guardar
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Especializados en el mantenimiento de una estrategia de la tensión, los dirigentes políticos y militares iraníes emergen regularmente en los titulares de la prensa mundial por sus declaraciones belicosas, su disposición formal al martirio, su decisión inquebrantable de combatir las amenazas extranjeras y, en fin, de combatir por su República Islámica.

Lo de estos días, al hilo de las maniobras militares en el estrecho de Ormuz, ha subido un poco el tono porque se relaciona con el grave desacuerdo con Occidente acerca del programa nuclear iraní, la conducta de Teheran en el contexto regional (Iraq y el Líbano en particular) y la extensión y/o gravedad que pueda alcanzar la prevista nueva fase de sanciones comerciales al país.

En este marco de agitación, la tensión psicológica que induce en la sociedad la línea del régimen se manifiesta con una crudeza que sorprende y que debe ser analizada también en los parámetros culturales que la explican: la versión shií de la religión musulmana es muy colorista, sacrificada, retórica, virulenta y excesiva, con específicas notas de autoflagelación personal y social.

De lo pintado a lo vivo

Todo eso se traslada, al menos aparentemente, a la dirección oficial de la política de seguridad que en Occidente, muy al contrario, es elaborada desde criterios de realpolitik, explicada sobriamente y considerada un territorio para especialistas bien formados y alejados de explosiones heroicas que permiten mezclar los cohetes con la religión.

En Irán hay, sobre todo tras la cruenta guerra con Iraq (1980-88) como una movilización permanente y la fuerza militar (tanto las unidades del ejército regular como, sobre todo, la poderosa “Guardia Revolucionaria”) trasladan la iconografía y el léxico religioso a su labor: así, las maniobras citadas han sido bautizadas “Velayat” (el corazón jurídico del régimen, el “Velayat-e faqih” o custodia del gobierno por los jurisconsultos islámicos) y el misil de alcance medio lanzado ayer desde un barco se llamó “Mihrab”, nombre del lugar que en las mezquitas indica la Quibla, o dirección exacta hacia La Meca.

Es verdad que todo esto no invalida que el misil vuele, que las maniobras sean bien reales o que el programa atómico progrese (ayer mismo se anunció que el país tiene ya la capacidad para dotarse de barras de combustible nuclear para su reactor de Teherán) pero ayuda a desdramatizar un poco el escenario, sitúa las cosas algo más adecuadamente en el marco del análisis realista y también hace difícil defender la tesis, sin embargo muy extendida en círculos diplomáticos y de inteligencia, de que el régimen iraní es, a fin de cuentas, bastante más racional de lo que parece.

Un ala realista

Así, es completamente seguro que la armada iraní sabe que no puede cerrar el estrecho de Ormuz, por el que circula casi la mitad de todos los petroleros del mundo, sin suscitar una instantánea reacción de la V Flota, una agrupación invencible de fuerzas aeronavales y unidades de combate que no ha cesado de crecer desde su reactivación (en realidad, refundación total) en 1995 y que es el arma letal en manos del llamado “US Central Command”, que se ocupa del Golfo (pérsico para unos, árabe para otros y Golfo, a secas, para la mayoría periodística prudente), y los mares Rojo y Arábigo y cuya base permanente está en Bahrein, un minúsculo país árabe.

Además, el gobierno iraní no tendría argumentos legales para respaldar la acción porque es evidente que un país o un grupo de ellos pueden adoptar restricciones comerciales o financieras en relación con otro en un marco bilateral a modo de advertencias políticas. Eso no puede ser respondido impidiendo que, por ejemplo, un petrolero de bandera japonesa cruce Ormuz con un cargamento de petróleo iraquí. No habrá tal cierre, pues, porque el gobierno iraní, donde hay pese a todo un ala realista y bien informada, lo impedirá con el apoyo de la autoridad inapelable del líder religioso, Alí Jamenei, que ha arbitrado otras veces entre posiciones enfrentadas y contradictorias.

Que existe tal pragmatismo es difícil de probar pues sus exponentes utilizan casi en exclusiva el parlamento (muy activo y muy seguro de su condición de fiscal del gobierno y con un presidente de peso en la persona de Alí Larijani)) y tienen dificultades ambientales para expresarse de un modo más racional. Una prueba de que no todo el mundo ha perdido los papeles la da… el propio programa atómico, bajo autoridad de personas competentes con formación en el extranjero y bien informadas. Es el caso de su actual jefe, Said Jalili, cuyo doctorado versó sobre el pensamiento político del profeta Muhmmad y es también secretario del Supremo Consejo de Seguridad Nacional, bajo la autoridad directa del Guía. O de su antecesor y hoy ministro de Exteriores, Alí Ajbar Salehi, doctor en física por el legendario MITI de Massachusetts.

El propio Jalili le envió el sábado una carta a la encargada de política exterior de la UE, lady Ashton, proponiendo negociaciones sobre el programa nuclear iraní “sin condiciones previas”, es decir, como ha exigido siempre Bruselas. Y probablemente se reanudarán tales negociaciones. Pero eso pesa menos que un buen misil y apenas ha circulado en los medios….