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Eurocapitales culturales para la crisis
Guimarães y Maribor, ciudades históricas a las que la capitalidad resitúa en el mapa
MADRID Actualizado: GuardarLes separan 2.541 kilómetros y les une la capitalidad europea de la cultura que comparten en 2012. Guimarães, al norte de Portugal, y la eslovena Maribor, en el corazón de Europa central, son dos pequeñas ciudades preñadas de historia que encajan en el modelo en vigor para la capitalidad cultural de un continente en crisis: viejas urbes necesitadas de impulso turístico y revitalización económica a las que la designación del Consejo Europeo vuelve a situar en el mapa.
Atenas, de la mano de Melina Mercouri, abrió en 1985 la serie de la capitalidad cultural que ha tenido 46 titulares. Primero recayó en grandes urbes, como Ámsterdam, Londres, Berlín, París o Dublín. Se optó luego por ciudades de menor tamaño que compartían una capitalidad cultural que obtuvo tres veces en España: Madrid (1992), Santiago de Compostela (2000) y Salamanca (2002). Retornará en 2016, cuando San Sebastián la comparta con la ciudad polaca de Breslavia (Wroclau).
Tras Lisboa en 1994 y Oporto en 2001, Guimarães es la tercera ciudad lusa que accede a este galardón y una de las más pequeñas. Patrimonio de la humanidad, cuna de la nación portuguesa y de su primer rey, Alfonso Henriques, es una milenaria villa enclavada en el distrito de Braga, fronterizo con Galicia y Zamora. En su núcleo urbano cuenta con algo más de 52.000 habitantes, aunque su población global, que roza los 160.000 habitantes, se dispersa por 69 freguesías, el equivalente portugués de las pedanías o parroquias, en un concejo con 242 kilómetros cuadrados. En este territorio se libró la batalla de San Mamede, origen de la nación lusa.
Escala menor
Un espectáculo de la Fura dels Baus abrirá el 21 de enero un programa que apuesta por la pequeña escala a la que obliga la crisis, frente a los grandes fastos de otrora. Una semana después, en clave mucho más austera, una treintena de casas acogerán conciertos de otros tantos cantautores en el programa 'Mi casa es tu casa'. Los anfitriones regalarán la mitad del aforo a gentes de su entono y venderán la otra mitad para unos micro-conciertos de media hora en los que actuarán 60 músicos.
No desfilarán por Guimarães muchos grandes de la cultura, aunque se ha reclutado a Jean Luc Godard, Peter Geenaway y al centenario cineasta de casa Manoel de Oliveira. Participarán en un largometraje con seis directores. También habrá conciertos de Pat Metheny -en julio- de los portugueses 'Buraka' y del brasileño Chico Cesar.
La ciudad tiene apenas un millar de plazas hoteleras. No ha planteado macro espectáculos ni está en disposición de acoger avalanchas de turistas. Ha concebido su modesto programa en cuatro etapas, "como las cuatro estaciones" invitando "a visitar la ciudad varias veces", según el director técnico, Carlos Martins.
Inspirándose en modelos austeros como Glasgow 1990 y Lille 2004, más que un beneficio inmediato, Guimarães busca convertirse en ciudad de acogida para creadores y plaza de promoción de la excelencia artística.
Castigada por la crisis, como todo Portugal, y en pleno declive industial, como todo el norte del vecino país, Guimarães cuenta para la capitalidad con un recortado presupuesto próximo a los cien millones y un lema que quiere implicar a todos 'Tú formas parte' (Tu fazes parte). Prueba de la escasez dineraria fue el recurso a un rebaño de cabras para limpiar zonas de los alrededores de la villa, algo que su alcalde, Antonio Magalhães, justificó como una "intervención creativa". También el escándalo de los sueldos de algunos gestores y la salida de la primera responsable del programa, Cristina Azevedo, que rebajó su salario de 14.500 euros mensuales a 10.500 antes de renunciar y ceder el testigo a José Serra ha marcado los preparativos.
La edificación más característica de Guimarães es el Pazo de los duques de Bragança, que mandó construir por el futuro duque Afonso en el siglo XV, y que se alza en un cerro que domina la ciudad. Convertido en cuartel en el siglo XIX, fue abandonado y reconstruido en el XX como museo de la era de los descubrimientos portugueses. Un ala del palacio se mantiene aun como residencia oficial del presidente de la República Portuguesa cuando viaja al norte del país.