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El hijo y la esposa del médico asesinado en el homenaje que le hicieron en la prisión en 2008. :: R. R.
Ciudadanos

«Si los cogieran alguna vez...»

La hija del facultativo reconoce que perdieron la esperanza de ver encarcelados a los asesinos de su padre hace años

S. TUBIO
CÁDIZ.Actualizado:

María Ana Suar Decarlini acababa de cumplir 18 años cuando ETA le quitó la vida a su padre. Como hace su madre cada vez que atiende con exquisita amabilidad a la prensa en cada triste aniversario, sus palabras salen de su boca sin salidas de tono ni estridencias verbales, pero con la sinceridad bruta de quien ha sentido directamente un zarpazo terrorista. Reconoce que no tienen esperanzas en que el asesinato de Suar Muro se resuelva alguna vez. «No sé qué decirte. Si los cogieran alguna vez... (se queda pensativa), bien. Pero tampoco nos reconfortaría saber que los asesinos de mi padre viven estupendamente en la cárcel».

María Ana entra de lleno en uno de los debates más actuales: la política carcelaria con el colectivo etarra y su posible modificación tras el anuncio del cese definitivo de la actividad armada; si bien, el PP ya dijo en campaña electoral que sin entrega de armas ni disolución de la banda, no habría ningún tipo de concesión. Al menos fue una de las promesas electorales que resonaron con más fuerza. «Ellos tienen unos privilegios en las prisiones que les hace vivir de lujo. En el último homenaje a mi padre en la prisión, durante los 10 minutos que salieron los presos al patio, ellos se quedaron dentro. Siempre apartados del resto, alejados de cualquier amenaza». Ante el posible acercamiento de los presos etarras a prisiones del País Vasco o a comunidades limítrofes, a esta víctima colateral de la banda se le remueven las tripas aunque apela a la cordura. «Me parece bien siempre y cuando cumplan con las penas. Pero ¿qué pasa con todos esos crímenes que no se han resuelto? ¿Es que nadie va a pagar por ello?» De los 314 asuntos sin juicio que ha contabilizado el informe presentado por la Fundación Víctimas del Terrorismo, hay 53 casos que ni tan siquiera existen antecedentes documentales en la Fiscalía de la Audiencia Nacional sobre la incoación de procedimiento alguno. Jurídicamente no se sabe nada de ellos.

Pese a la traumática experiencia vivida aún es capaz de definir a su familia como «afortunada». «Dentro de lo que cabe, mi madre tuvo suerte. Le facilitaron un negocio para que pudiera trabajar y tirar de la familia. El Colegio de Médicos también le echó un cable. Si no hubiera sido así, se habría quedado sin nada: sin marido, sin recursos, sin medios, sin nada. Pero hay otras víctimas que no han tenido la misma suerte como las viudas de guardias civiles, que al morir sus maridos, las echaron prácticamente de las casas cuarteles y se quedaron en la calle».

El sentimiento de ella como víctima «es un sentimiento colectivo que se comparte con cualquier ciudadano que ha pasado por la misma experiencia». María Ana ha aprendido «a vivir con ello, con la certeza de que nadie ha pagado por ese crimen» y con el mismo deseo que los otros afectados por la sinrazón etarra. «Respiraremos definitivamente tranquilos cuando desaparezcan por completo».