Vamos a ser menos

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Desde los primeros fotogramas de la película descubrimos quién era el malo: el acomodador. Todos tenían coartada menos Zapatero, solo cubierto por su noble máscara facial, mixta de bonhomía y de simpleza, a partes iguales. Ahora los guionistas tendrán que buscar otro culpable absoluto. Es muy cómodo achacar todos los males a la herencia recibida, sobre todo cuando se han dado codazos y puñaladas por recibirla. «Temprano madrugó la madrugada», que dijo el poeta, pero no amanece más pronto en la economía española cargándole todas las responsabilidades al Gobierno anterior. Como las fechas son propicias para hacer balance, cosa siempre temeraria, se están haciendo cuentas finales antes de que llegue el fin de año que nos promete vida nueva, pero peor.

Entre otras cosas, vamos a ser menos españoles. Cinco de las ocho capitales andaluzas han reducido su población respecto al año pasado, pero no se sabe muy bien si algunos han echado cuerpo a tierra para ocultarse o se han metido mar adentro para que no les acusen de sobrevivir gracias a la economía sumergida. Quienes saben de números afirman que la salida de españoles se ha disparado un 36% durante el año pasado, que amenaza con no dejarnos descansar en paz durante los dos o tres próximos. Uno de cada tres emigrantes recala en la Unión Europea, pero de los otros no se sabe nada, ya que siempre es muy dificultoso empadronar a los náufragos.

–¿Qué es lo mejor que se puede hacer con Inglaterra?

Quien acertó a contestar en una sola palabra fue el tío Óscar, que daba cualquier cosa por hacer una gracia, ya que la tuvo en abundancia.

–Emigrar.

No es cierto, claro, pero todos creemos que la restringida ración de felicidad que en justicia debiera correspondernos siempre está más lejos. Más allá del mar o del pueblo donde nacimos. Nos equivocamos, porque no está en el mundo y del otro no sabemos nada.