Carmen se levanta de la cama con la ayuda de una grúa y una trabajadora. :: JAVIER FERGO
dependencia

«Me siento como las auxiliares, pisoteada»

Carmen Pérez Omil insta a los ciudadanos a pedir soluciones al conflicto de la ayuda a domicilio; Esta usuaria, con un 99% de minusvalía reconocida, reivindica que no se vea como un problema laboral sino de relevancia social

JEREZ. Actualizado: Guardar
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Una gota de agua en una sequía absoluta. Así define Carmen Pérez Omil, usuaria del servicio de ayuda a domicilio, la labor de las trabajadoras de Acasa. Con una minusvalía reconocida del 99%, esta jerezana asegura sentirse «pisoteada, como ellas», en referencia a las auxiliares de la empresa concesionaria que, a pesar de que no cobran sus salarios, siguen al pie del cañón día a día.

El rostro de la empleada de Acasa es el primero que ve Carmen cuando despierta. «Tengo solo hora y media de asistencia diaria pero para mí es decisivo porque me hace estar en condiciones para trabajar», asegura. «Parece que no nos damos cuenta de lo importante que es este problema», insiste. Carmen sigue día a día la evolución del conflicto, las protestas, los dimes y diretes de los políticos, las necesidades de las trabajadoras... Y lo hace con un malestar profundo que se manifiesta en su boca. «Me duele que la visión que se da es que solo es un problema laboral. Se trata de un servicio público de carácter específico a personas con unas circunstancias concretas de desigualdad», dice.

Así, «¿cómo vamos a tener dignidad si las personas que prestan el servicio están sin cobrar?», se pregunta Carmen con indignación. «Somos sujetos de derecho de ciudadanía y estamos atendidos por un personal con que no cobra», asegura con conocimiento de causa por su estudios de Derecho, que ejerce desde su puesto en Cajasol. «Es un conflicto que debería avergonzar a las administraciones implicadas, que no hacen lo que debieran hasta llegar a una solución aceptable.

Como usuaria, Carmen Pérez percibe cada día las consecuencias de los impagos en las trabajadoras. «Tienen los nervios destrozados y se nota que les falta la esperanza. Alguna me ha llegado a decir que ya no quieren seguir en esto», asegura con tristeza. El nivel de desesperación de la plantilla es tal que, contra su máxima de no perjudicar al usuario en lo posible, han convocado varios días de huelga de 24 horas para primeros de enero en los que se limitarán a los servicios mínimos establecidos por ley.

«No quiero ser un comodín»

El rifirrafe político en torno al servicio de ayuda a domicilio provoca que Carmen se sienta especialmente herida: «No acepto ser una pelota en manos de los partidos políticos. No acepto que mi delegada de Bienestar Social me diga que nos vayamos juntas a protestar a la Junta de Andalucía».

«Siento que se me utiliza para hacerles la campaña a los políticos. Las personas en situación de dependencia nos merecemos mucho respeto y no podemos ser un comodín», insiste. «Los recortes que tenemos son para pagar la crisis que han creado otros. Tengo derecho a que se me den explicaciones, como ciudadana y como usuaria», asegura con convencimiento.

La esperanzadora Ley de Dependencia auguraba la creación de un nuevo yacimiento de empleo pero Carmen cree que «no se respeta porque no hay voluntad política».

El día a día de Carmen comienza con una auxiliar de Acasa que la hace levantarse (necesita una grúa para ello), asearse, vestirse y desayunar para poder empezar el trabajo. Esta jerezana, gracias a ayudas como la del servicio a domicilio, vive sola. También trabaja en casa y para ello cuenta con un asistente personal.