Rebeldes libios lanzan un misil contra las fuerzas gadafistas en las inmediaciones de Brega. / Archivo
el fin de un tirano

El arsenal perdido de Gadafi preocupa a la Casa Blanca

El Ejecutivo de EE UU quiere comprar misiles a los revolucionarios libios para evitar que lleguen a manos de los terroristas

CORRESPONSAL EN NUEVA YORK Actualizado: Guardar
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Días después de la muerte de Muamar Gadafi el pasado octubre, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó por unanimidad una resolución urgiendo a las autoridades provisionales libias a controlar el enorme arsenal de armamento en manos de los grupos guerrilleros que derrocaron al coronel. El proceso, muy complicado dada la rivalidad y desconfianza que persiste en buena parte de los que lucharon, apenas ha dado frutos a juicio de las autoridades estadounidenses que temen por el paradero de miles de misiles portátiles de gran poder destructivo.

Entre los asuntos prioritarios -planteados por el secretario de Defensa estadounidense, Leon Panetta, en su reciente visita a Trípoli- figura la creación de un programa para comprar esos sofisticados artefactos a miembros de las milicias y cualquiera que se haya apoderado de alguno durante la guerra. El primer problema con el que tropiezan los expertos implicados en las conversaciones es determinar cuántos misiles ligeros de este tipo hay desperdigados en Libia. Su ligereza y fácil uso los convierten en un arma impredecible y de consecuencias letales para la aviación comercial.

Los detalles sobre la fórmula bajo la que EE UU compraría el armamento no se han concretado, pero un responsable gubernamental citado por 'The New York Times' señala que la Administración Obama proporcionaría dinero y apoyo técnico al gobierno libio, el cual se encargaría de la transacción y asumiría la responsabilidad de guardarlo en un arsenal o de destruirlo.

Los misiles, que podrían pagarse a precio de oro en el mercado negro, suponen una amenaza relativa para las aeronaves militares modernas, pero son prácticamente infalibles si se disparan contra un avión de pasajeros, cuya tecnología no incluye el equipamiento necesario para engañar a bombas guiadas por el calor de su objetivo. Conocidos como Sistemas de defensa aérea portátiles, estos misiles incluyen los conocidos 'Stinger', de fabricación estadounidense, y los populares 'SAM-7' creados por la Unión Soviética durante la Guerra Fría.

Una vez más

No es la primera vez que Washington se embarca en una compra de misiles a gran escala. Después de proporcionar generosos cargamentos de 'Stinger' a las fuerzas afganas contra los soviéticos en la década de los ochenta -su llegada fue decisiva para su expulsión del país-, el gobierno de Ronald Reagan organizó un programa de recompra de éstos, con el fin de reducir la posibilidad de que fueran utilizados contra el tráfico aéreo internacional, civil o aviones militares occidentales.

Según estimaciones del rotativo neoyorquino, el gobierno estadounidense estima que el Ejército de Libia logró importar 20.000 cohetes de estas características durante el gobierno de Gadafi, un porcentaje importante de los cuales se encuentra fuera de control. La versión oficial dada por Trípoli abunda en que muchos de los misiles que faltan fueron saqueados, ya sea por los revolucionarios o especuladores que quieren sacar tajada en el mercado de tráfico de armas.

Muchos factores han dificultado la tarea de realizar un recuento preciso del número de armas. El equipo de investigadores que trabaja en la nación norteafricana no ha hallado rastro de inventarios, qué cantidad habría sido enviada a las diferentes unidades o si se usaron alguna vez en ejercicios militares.