EUROVISIÓN
Actualizado:Bonito jaleo se ha armado con esa decisión de RTVE de decidir por sí misma y sin consulta popular quién representará a la casa en el próximo festival de Eurovisión. Leyendo las reacciones del personal, cualquiera diría que la Pública ha violado ya no la Constitución, sino la Declaración Universal de Derechos Humanos. ¿No es un poco excesivo todo esto? La elegida por RTVE es Pastora Soler, una señora que canta estupendamente, que lleva muchos años en la canción, que tiene sobrados méritos para estar en el festival y que, además, garantiza dignidad artística y profesionalidad. ¿Qué más se puede pedir? En ninguna parte está escrito que el representante de RTVE en Eurovisión tenga que ser elegido por aclamación popular. Más aún: vistos los resultados de los últimos años, incluso cabe pensar que la intervención del público en ese asunto ha sido perjudicial. ¿Por culpa del público? No: más bien porque quienes votan ahí son una minoría que, por otro lado, resulta bastante poco controlable, como se demostró en el caso del Chikilicuatre. TVE ha dicho que habrá «democracia» porque, pese a que la cantante la ha elegido la casa, será el público quién decida la canción. En fin. A mí me parece que el concepto de democracia es algo demasiado serio como para aplicarlo a cualquier cosa. La democracia está muy bien para elegir quién va a gobernarle a uno, pero es algo bastante superfluo cuando lo que está en juego es juzgar la calidad de un cantante. Salvo que decidamos que todos tenemos dentro un maestro de música, lo cual sería una ficción tan burda como cualquier otra. A la elegida, Pastora Soler, se le ha reprochado que en su twitter dejó algún comentario poco amable hacia Eurovisión. Bueno, ¿y qué? Quien no haya dicho nunca nada malo contra Eurovisión, que tire la primera piedra. Si hubiera que abrir algún debate sobre ese festival, sería más bien el de si realmente es preciso gastarse el dinero en semejante cosa. Pero si aceptamos jugar en esa timba amañada, Pastora Soler es una garantía de que no haremos el ridículo. Y esto debería ser suficiente.