Muerte en Bagdad
Actualizado:La grave crisis político-institucional que vive Irak ha inducido a relacionarla con los diez atentados atroces que ayer fueron cometidos en Bagdad. Pero, contra las apariencias, todo permite suponer que son obra de Al-Qaida, cuyos objetivos concretos no se relacionan con las desavenencias entre partidos parlamentarios, sino con el ciego objetivo de crear un pretendido Emirato islámico en Mesopotamia. Así se llama la organización allí y lo de ayer es el cumplimiento de una promesa hecha solemnemente hace meses: la de lanzar ataques a su voluntad y en gran número para limpiar el país de extranjeros y, sobre todo se diría, de 'descarriados, infieles y renegados', es decir, de chiíes. Al-Qaida es rabiosamente sunní, pero los sunníes en pugna política con el primer ministro Al-Maliki no son terroristas y también están contra Al-Qaida. La coincidencia de los dos registros ofrece del país un cuadro angustioso que autoriza los peores augurios. Tras la retirada militar norteamericana, cabía esperar la normalización por la vía del diálogo político, pero no hay tal cosa y reaparece el fantasma de la violencia sectaria mientras Gobierno y oposición rivalizan en egoísmos y torpezas.