El brujo de la lotería
Es un aventurero que convierte en oro lo que toca. El dinero que amasa lo invierte en sueños como viajar al espacio y en gestos tan altruistas como pagar tratamientos a niños enfermos
Actualizado:El maestro de la escuela de Sort tuvo la osadía y desfachatez de decirle una mañana al alumno Xavier Gabriel, de 10 años, que no serviría «ni para pegar sellos». Al crío de este pueblo perdido en el Pirineo catalán no le quedó más remedio que cargar con esa vergüenza, escuchada en alto por sus 39 compañeros de clase. Pero no se arredró. Acabó la primaria, estudió Bachillerato en Lérida y empezó a trabajar de botones en una entidad de ahorros. No le daba ni para sus gastos. Sus padres le ayudaban y le enviaban todas las semanas un billetito de lotería, mientras su abuelo paterno le iniciaba en el juego de la bolsa. Pronto alcanzó el máximo nivel del escalafón administrativo. Soñaba por entonces con ser director general del Banco de España, hasta que un día se hartó y comprendió que su antiguo profesor tenía razón. No valía para estar atado a una silla, así que dimitió como director de Banca Catalana y decidió ser el ejecutor de sus propias decisiones. Aún veinteañero, se inició en los negocios de restauración, souvenirs o joyería y probó suerte con los deportes de aventura. Puenting, rafting, paseos en helicóptero... Fue pionero en España de los deportes de riesgo, como después lo sería en otras muchas facetas. Porque si algo tiene claro este mago de los bombos y las tablas es que prefiere «ser el primero al mejor, lo segundo vendrá despues».
Aquel proyecto acabó en fracaso porque sus socios le dejaron colgado con las deudas generadas por la construcción de un gran albergue junto al Noguera Pallaresa, el río que le consuela de sus desvelos cuando sus truchas pican el anzuelo. El primer gran varapalo empresarial le hizo saborear la hiel de quien se siente arruinado de la noche a la mañana. Pero consiguió levantarse. Si algo heredó Xavier Gabriel de sus padres, anteriores propietarios de la administración de lotería, creyentes y conservadores, fue la perseverancia y la convicción de que la suerte no existe, de que hay que trabajársela para que un día entre por la puerta.
Xavier Gabriel (Sort, 1957) arriesgó en bolsa y ganó, lo que le permitió dedicarse a lo que esta vez volvía a proponerse: «Ser lotero y repartir ilusiones». Rebautizó la administración con el nombre de La Bruja de Oro (La Bruixa d'Or), la inauguró el 16 de agosto de 1986 y, junto a su mujer, Rosa, empezó a vender décimos por toda la comarca, puerta a puerta, hasta en Barcelona, donde era capaz de animar a sus clientes a que compraran décimos con el número de su distrito postal. Días y noches sin descansar. Nadie daba un duro por aquel entusiasta de 29 años. ¿Cómo era posible que en un pueblecito alejado y desconocido, el de Sort (suerte, en catalán) fuera capaz de vender en aquella época 250.000 pesetas en décimos, el mínimo que exigía Loterías y Apuestas del Estado? Al poco tiempo, había superado los 1.000 millones de pesetas (6 de euros) de facturación anual. Al dar el premio gordo de El Niño de 1994, las ventas aumentaron el 20%. Desde entonces, ese ritmo vertiginoso de crecimiento le llevó, hace 17 años, a ser la primera administración en ventas del Estado y en números agraciados, a gran distancia de Doña Manolita. Desde que la regenta ha dado más de mil millones de euros en premios. Varios gordos de El Niño y de Navidad le han hecho merecedor de una fama que ha sabido aprovechar para montar todo un imperio -el de La Bruja de Oro y su coqueta mascota- que no solo se sustenta en las ventas de décimos, sino en una línea de productos de alimentación, joyería, regalos o prendas que atraen a decenas de miles de turistas hasta Sort, lo que genera recursos a toda la comarca. Además, ha creado una fundación de acción social que proporciona costosos tratamientos a niños discapacitados o que padecen enfermedades raras (donó, por ejemplo, 142.000 euros a Markus, un niño madrileño aquejado de parálisis cerebral) y patrocina eventos deportivos y clubes de fútbol. Empezó esponsorizando al Manresa, que pasaba por una crítica situación, y ahora colabora con otros 25 equipos.
Primer turista espacial
No se queda ahí. Cofundador de la compañía Virgin Galactic (del grupo del magnate Richard Branson) en la que participa junto a otros 80 socios, Gabriel será el primer turista espacial español. La recesión económica ha retrasado el proyecto, aunque el empresario cree que podrá volar, para lo que ha dejado de fumar, en enero de 2013. Ha desembolsado 300.000 euros en esta aventura (200.000 en el pasaje) pero la inversión le ha merecido la pena. «He conocido medio mundo y soy amigo de gente de otros países donde siempre tendré una casa y me recibirán bien».
Xavier Gabriel, amante de la pesca y el billar, arriesgado y prudente asegura llevar una vida sencilla que excluye toda ostentanción de su estatus económico. Lo de repartir ilusiones lo concreta en algunas anécdotas difíciles de olvidar, como la de aquella Navidad en que una señora de Tenerife le pidió lotería por teléfono. Él dudó porque los envíos se cerraban dos días antes que en la Península. Algo le impresionó a Gabriel en aquella voz insistente que acabó por aceptar. La señora intentó llamarle todos los días hasta que el 15 de enero consiguió hablar con él. «Me dijo que su lotería había llegado a tiempo ¡y que había sido premiada! y me explicaba entre sollozos que su marido tenía una parálisis total, que necesitaba alguien que le ayudara y que ese premio le supuso un desahogo.