CAMBIOS
Actualizado:La sesión de investidura del nuevo presidente del Gobierno ha dejado las esperadas novedades en materia televisiva. Esas novedades afectan de manera particular a la televisión pública, en primer lugar a la estatal, que es competencia directa del Gobierno de la nación, pero también a las cadenas autonómicas, cuyo insostenible déficit afecta al conjunto de las cuentas del Estado. ¿Qué ha dicho Rajoy sobre estas cuestiones? En lo que concierne a RTVE, dos cosas. La primera, que en tres meses habrá resuelto la pendiente renovación del Consejo, aplazada desde hace la friolera de un año. La segunda, que de manera inmediata planteará en las Cortes la reforma legal precisa para abrir las cadenas públicas a la gestión privada. Eso no quiere decir necesariamente «privatización», pero sí, con toda seguridad, gestión privada de recursos públicos, probablemente mediante la externalización de determinados servicios. Aquí es donde la situación de RTVE se da la mano con la de los canales autonómicos, que son los que más necesitados están de oxígeno financiero. Las autonómicas cuestan a los contribuyentes algo más de mil millones de euros al año. Eso es una barbaridad, y se entiende que Rajoy haya calificado de «absolutamente prioritaria» la tarea de cambiar las cosas. En este campo, el de las autonómicas, sí es posible que veamos privatización directa de más de un canal. Ello al margen de que se adopten otras medidas urgentes, como fijar techos máximos de gasto. Si todo esto es verdad -y lo va a ser, entre otras razones, porque no hay más remedio-, antes de un año habremos asistido a cambios decisivos en el panorama televisivo. Hay otro asunto sobre el que Rajoy optó por el silencio: la situación de oligopolio creada por las fusiones Telecinco-Cuatro y Antena 3-La Sexta. Es comprensible que Rajoy haya eludido un terreno que compromete a empresas privadas, pero tarde o temprano habrá que meter ahí el bisturí. Ahora mismo esos dos grupos controlan más del 90% del mercado publicitario. Evidentemente, esto no puede ser sano. Silenciar el problema, tampoco.