ESPAÑA

UN NUEVO TONO

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La intervenciones ayer en el Congreso de los Diputados de Alfredo Pérez Rubalcaba parecían la segunda vuelta del debate televisivo que se nos hurtó en la pasada campaña electoral: díganos los recortes que va a hacer, aclare si subirá o no los impuestos, explique qué hará con la jubilación y no pretenda quedar bien con la gente ocultando los futuros ajustes; dénos las malas noticias, señor Rajoy, parecía decirle y preguntarle el jefe de la nueva oposición al casi presidente del nuevo Gobierno.

Mariano Rajoy no contestó con claridad respecto del futuro de los impuestos, sí se mojó con la edad de jubilación, anunció que pondrá el bachiller patas arriba y dejó claro que adelgazará el Estado y tratará de recudir el déficit.

Con todo, la noticia del debate de ayer estuvo en el nuevo tono empleado por Mariano Rajoy: frente a la crispación y la descalificación, propias de sus tiempos de oposición, ayer vimos a un Rajoy dispuesto a escuchar, que agradecía a su vez el tono constructivo de Alfredo Pérez Rubalcaba y que parecía reconocer la complejidad de la situación económica, plagada de parados. Humildad frente a la descalificación, capacidad de escuchar frente a la soberbia, búsqueda de consenso frente a la soledad orgullosa. Que dure.

Alfredo Pérez Rubalcaba trató de decirle a Mariano Rajoy que es imposible cuadrar las cuentas sin dar malas noticias y le advirtió de los riesgos letales del monocultivo de las políticas de austeridad que, sin medidas parejas de reactivación económica, nos llevarán a morir de ahorro.

Rubalcaba confirmó sus dotes dialécticas en su nuevo papel y cuajó sus mejores momentos al hablar de educación y de políticas sociales (llamemos, dijo, siesta al quedarse dormido después de comer; o sea, retire el recurso ante el Constitucional contra los matrimonios de gays y lesbianas), sin encontrar aquí ningún anuncio de mala noticia por parte de Rajoy.

Se intuía en Pérez Rubalcaba un deseo de no irritar a los ciudadanos tipo 15M y para eso huyó del griterío y del trazo grueso, como si quisiera evitar el comentario: todos los políticos son iguales.

Ayer hubo más opositores que nunca en el Congreso de los Diputados. Queda por saber si después del cónclave de los socialistas, previsto para febrero de 2012, seguiremos asistiendo a debates brillantes y vivos como el sostenido ayer entre Rubalcaba y Rajoy. Este seguirá, aquel no lo sabemos.