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El capitán del Barça, Carles Puyol, levanta el trofeo como ganadores del Mundial de Clubes logrado ayer frente al Santos. :: Y. NAKAO / REUTERS
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Barça bimundial

Messi fue elegido el mejor jugador del torneo y dejó claro que por el momento no hay comparación posible con el brasileño Neymar Los azulgrana engrandecen su leyenda con el título 13 de la era Guardiola

CRISTIAN REINO
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Solo la historia dará la verdadera dimensión de este grupo. Pero de momento, la gloria ya le ha reservado un lugar en la eternidad. El que para muchos es el mejor equipo jamás visto levantó ayer su segundo Mundial de Clubes. Y lo hizo de forma grandiosa: con nueve jugadores formados en su cantera, apabullando al rival con una lección de fútbol y con un Messi que cada vez se parece más a la leyenda del equipo contrario, 'O Rei' Pelé.

«Ya podemos decir que somos el mejor equipo del mundo», expresó el presidente, Sandro Rosell. «Los números hablan por sí solos», añadió Guardiola. Y es que el Barça, en los últimos 20 años, ha conseguido darle la vuelta a su dinámica histórica. Fundado en 1899, el FC Barcelona dejó su etiqueta de equipo perdedor una tarde de mayo de 1992 en Wembley. Desde entonces, dos títulos mundiales y cuatro 'Champions' (con Cruyff, Rijkaard y Guardiola) y el reconocimiento universal a su juego. «Empezamos a tener el palmarés que este equipo merece», señaló Rosell. Y por lo que parece, este equipo no tiene límite. «Es admirable las ganas de nuestros jugadores de seguir ganando», remató Guardiola.

El quinto título del año (todos menos la Copa) y el decimotercero (de 16) de la 'era Guardiola' (en tres años y medio) coronó al Barça frente a un Santos que no pudo y no supo contrarrestar el juego de toque y combinación de los azulgrana. Pelé y los suyos inventaron aquello del 'jogo bonito' y, sin embargo, sus herederos no están en Brasil, sino que visten de azulgrana.

Neymar, la estrella rival, reconoció la superioridad del rival: «Nos hemos llevado una lección de cómo se juega a fútbol», dijo con los ojos entre lágrimas. Tras escuchar a su jugador franquicia, puede que Muricy Ramalho, técnico del Santos, comprenda que uno no puede saltar a una final para encerrarse atrás y esperar un milagro. El míster brasileño debería pensar que no por acumular más hombres en la zaga un equipo defiende mejor. El ejemplo lo tenía a escasos metros. Como en Milán y en el Bernabéu, el Barça saltó al césped del Internacional de Yokohama con tres defensas fijos y un Alves que es teórico lateral, pero en realidad juega de extremo. Los azulgrana tenían las bajas de Villa y Alexis y una consigna: meterle mucha intensidad al juego, «porque ellos no están acostumbrados a un fútbol de ritmo muy intenso», explicó Puyol tras levantar la Copa, que dedicó a Villa y Tito Vilanova.

Metido en el campo del contrario, el Barça tenía el control del balón, hacía sus rondos favoritos y los brasileños corrían detrás de la pelota. No la olían. Ni siquiera Neymar. El choque se vendió como un duelo entre Messi y Neymar y hoy por hoy no hay comparación, sobre todo en las finales, en las que el argentino se crece. Lo dejó claro bien pronto. Corría el minuto 16. Xavi controló un balón de espuela, buscó en profundidad a Messi y ante la salida del portero le picó la pelota por encima. Golazo antológico que sentó las bases de lo que se vería luego: dominio casi insultante de los azulgrana.

Poco después apareció Alves por la banda, cedió al punto de penalti, y Xavi, a bote pronto, fusiló a Cabral. La final no había entrado en el minuto 25 y el marcador ya señalaba las distancias enormes que hay entre ambas escuadras. Al borde del descanso, Cesc sentenció. Con 0-3 en la media parte, el 95% del trabajo estaba hecho por parte de los culés, que después de la reanudación se dedicaron a buscar las contras. El Santos se abrió un poco más, las marcas se descuidaron y el partido se convirtió en un ida y vuelta. Por eso, el cuarto llegó en una contra: Messi mareó al portero con un recorte seco y espectacular y puso el broche a una noche que el de Rosario no olvidará. Fue elegido mejor jugador del torneo y consiguió igualar a Pedro: son los únicos jugadores que han marcado en un mismo año en los seis torneos en liza.

El argentino engrandeció más si cabe su leyenda y ya hace tiempo que ha dejado sin adjetivos al periodismo deportivo. ¿Y Neymar? Cesc lo dijo bien claro: «Si el equipo juega como sabe y domina, no hay Neymar». Dicho y hecho. El '11' del Santos tuvo dos ocasiones. Una, con el empate a cero, pero pecó de individualista. Y en la segunda, con el partido ya decidido, no pudo en el mano a mano con Valdés. Ante el Barça le tocó agachar la cabeza.