EL TERCER MUNDO ESTÁ EN BARBATE
Todas las fuerzas se alinean para condenar a la miseria a una población entera mientras todos asistimos inmóviles
Actualizado:Será el apellido que tuvo, una maldición que todavía perdura en listados de empresas, señales de tráfico con óxido, guías y archivos de todo tipo. Será que la avenida del Generalísimo tiene enterrada la condena de ser la calle de la amargura hasta 2036, cuando nadie se acuerde ya del que le dio nombre.
Será por superstición y enumeración, por el dato y el mal de ojo, que el pueblo parece atado a la miseria. Barbate, colgado en mitad de una de las costas más hermosas de Europa (eso me dice el que las ha visto todas) presenta ya todos los síntomas de un subdesarrollo crónico que le convierte en una sucursal del tercer mundo en un territorio que teóricamente pertenece al segundo (que es la zona menos próspera del primero).
Según los mapas políticos y los libros de texto, pertenece a la provincia de Cádiz, una de las ocho de Andalucía, que es una de las 17 comunidades de España que, al parecer, es uno de los 27 estados de la Unión Europea. Eso dice la teoría. La realidad dice a patadas que está hundida en el mismo lodo que las zonas más empobrecidas de África, Europa del Este, América Latina o Asia.
Como los países condenados a la hambruna, tiene gran riqueza natural pero no puede explotarla o sus rendimientos se van. Su territorio, como el de esas naciones, artificiales o colonizadas y abandonadas en todos los aspectos menos en el saqueo, limita con los intereses de otros, por restricciones que pudieron tener una justificación estratégica, legal o política pero que parecen aliarse ahora en una combinación que provoca como resultado exacto la imposibilidad de la supervivencia de sus habitantes.
Rodeada de un parque natural, su crecimiento urbanístico (legal) es una carrera de obstáculos que aburre a cualquier inversor natural. Como cómplice involuntaria de esa asfixia, la ocupación militar de la Sierra del Retín supone otro freno de mano para cualquier equipo de emergencias económicas que quiera acudir. Eso tampoco se toca. Zona de maniobras.
A pesar de contar con algunas de las playas más bellas de la provincia (que ya es decir en un lugar del mundo con ese listón bien alto) su desarrollo turístico chocó con esos muros, cuyas grietas sí dejaron pasar la picaresca, la construcción ilegal, el narcotráfico y la chapuza empobrecedora. Sólo frenaban la posibilidad de crear un sector turístico real, que favoreciese algún empleo por más precario y explotador que fuera. Sin construcción en serie, cuando nos tomábamos esa mentira en serio, sin un sector primario que pusiera en circulación productos primorosos (como el atún) que tendrían una celebérrima denominación de origen en cualquier otro país, sin hoteles invisibles, bajitos, 'integrados', ni urbanizaciones, ni perro que les ladre, a esta salva tierra de 'vagos' andaluces, no le quedaba más que una tabla de salvación. Con puntillas, fue clavada junto a otra y así se botaron unos pocos barcos que daban trabajo a los contados que tenían el valor de meterse dentro, algo que jamás harían los necios que dan lecciones de ambición laboral y vital desde lo alto de un caballo.
El pescado era la última opción para unos pocos y ahora, ni eso. La Unión Europea ha decidido jugar a las cartas con Marruecos y, por otros intereses, le quita a Barbate el único flotador que aún le hacía soñar con eludir su avanzado proceso de ahogamiento colectivo. El Ayuntamiento incapaz de pagar nóminas. El consumo paralizado. Unos niveles de paro propios de países de documental de La 2, sin esperanza siquiera lejana y con grandes sectores de población en la pobreza. Empieza a provocar angustia escuchar a su alcalde, que parece ya no dormir, ni razonar casi, desbordado por una tensión insoportable. Pocos dirigentes públicos despiertan tal compasión.
Saber, igual no sabe. Poder, no podrá. Pero pocos podrán acusarle de que no le importa. Dice este alcalde desencajado que les condenan a ser un parque temático del paro, que mandan a los jóvenes a la delincuencia. O a la emigración en masa. El que quiera trabajar, que alguno habrá por más que desconfiemos tanto de nosotros, tenga la edad que tenga, se enfrenta a dos preguntas: ¿de qué se puede vivir en Barbate? ¿cómo se puede vivir en Barbate?
La próxima vez que veamos a una familia famélica en la tele y sintamos esa punzadita que dura tan poco -la que te interroga sobre lo que haces, sobre lo que harías si te tocara- podemos pensar ya que ese averno con todo incluido no está tan lejos. No está al otro lado del mar ni en otro continente. Igual está sólo a 50 kilómetros.
Eso no impedirá que apliquemos la medida habitual: cambiar de canal, pensar en otra cosa y mantenernos bien quietos.