La crisis económica frena en seco el ansiado cambio de modelo productivo en España
El gasto en I+D se estanca, sobre todo entre las pymes, mientras el dedicado a la innovación retrocede más de un 8% anual
MADRID. Actualizado: GuardarLa economía española ha vivido en los recientes años de vino y rosas un auge desmesurado, creando un gigante con los pies de ladrillo. Un ladrillo que empezó a agrietarse a marchas forzadas a finales de 2008 y terminó por estallar en añicos cuando a la burbuja inmobiliaria se sumó el caos financiero internacional.
Ya entonces se escuchaban las primeras voces reclamando el tan manido cambio de modelo productivo. Un grito de modernidad que ha ganado volumen a base de repetirse una y otra vez pero que no ha terminado de calar. La crisis, que puede con casi todo, se ha llevado también por delante el impulso tomado en aspectos como la I+D o la innovación, dos de los pilares sobre los que debía asentarse esa nueva forma de trabajar. No son los únicos caminos para encarrilar el cambio, pero sí muy importantes.
En los dos o tres últimos ejercicios, lo que era una senda creciente en esa apuesta se ha convertido en una llanura en la que casi únicamente permanecen los grandes exportadores. La financiación se seca y las pymes, el verdadero tejido industrial, dejan para mejores tiempos unas actividades que muchas veces no tienen claras o no saben cómo desarrollar.
Los expertos, como el director general de la Fundación Cotec para la Innovación Tecnológica, Juan Mulet, reconocen el parón pero no dejan de recordar que se ha hecho muchísimo en los últimos años. «La base es muy sólida. Si no fuera asi, el desplome en 2009 o 2010 habría sido mucho mayor».
Mulet, que cree «conveniente» aunque no decisivo el que se mantenga un Ministerio de Ciencia e Innovación (una creación del gabinete Rodríguez Zapatero), recuerda la fortaleza española en investigación, a la mejor altura internacional si se compara con los países de nuestro entorno, y reclama una revolución cultural y educacional para que las generaciones futuras puedan aplicar de verdad lo aprendido en la escuela o los talleres. Echa en falta este técnico tomarse «más en serio» el cambio de modelo pues, dice, «hasta ahora no se hecho casi nada, salvo en I+D y hasta donde el tejido productivo lo permitía».
Las cifras oficiales dicen que el gasto en I+D se situó el año pasado en 14.588 millones (solo un 0,1% más que en 2009), el 1,39% del Producto Interior Bruto (PIB), el mismo porcentaje que un año antes. Queda, una vez mas, lejos ese 2% del PIB al que llevamos años aspirando y que la Unión Europea a 27 ya tiene. Aquí nos adelantan países como República Checa, Estonia, Portugal o Irlanda.
La Administración mantuvo su apuesta mientras caía la inversión empresarial. Y no solo eso, sino que retrocedió un 15,6% el número de compañías que hacen I+D. Ese recorte se concentra en las pymes, sobre todo en las de entre 11 y 49 empleados. Y es que estábamos mal acostumbrados, pues hace bien poco ese grupo crecía a ritmos del 16% o el 20% desde, bien es cierto, bases muy pequeñas.
Para estas firmas reclama Mulet una mayor atención, traducida, por ejemplo, en ventajas fiscales como el aplazamiento del IVA o la compra pública de sus tecnologías. El responsable de Cotec destaca que la I+D se ha caído, sobre todo en aquellas empresas que «no la tenían consolidada».
Las grandes y las exportadoras siguen adelante, manteniendo sus gastos corrientes aunque recortando algo más la inversión. Son tiempos para aguantar, apretar los puños y tirar hacia adelante.
Tres años malos
El otro gran indicador del frenazo es el relativo a la innovación tecnológica, en la que el pasado año se gastaron 16.171 millones de euros o, lo que es lo mismo, un 8,3% menos que en 2009. Esa cantidad supuso el 2,1% de la cifra de negocios de las empresas involucradas en esta actividad, muchas veces difusa. Tan difusa que, reconoce Mulet, está presente en el día a día de muchas firmas que no saben que están innovando. En un reciente estudio, la Fundación Cotec destaca que el porcentaje de empresas innovadoras tecnológicamente se ha derrumbado un 17,9% en el periodo que va de 2008 a 2010. Ese recorte es más intenso entre las pymes, donde el descenso llega al 19%.
La merma ha sido general, aunque más acusada en algunos sectores. En la construcción, la primera gran víctima de la crisis, el porcentaje de contracción llega al 35%, por delante del 22% de la agricultura o el 15% experimentado en la industria o los servicios. La financiación pública para estas actividades (culpa de la consabida austeridad) también ha encogido: en 2010, cayó un 23% en las administraciones locales y regionales y un 11,4% en la Administración del Estado.