Zapatero allana el camino a Rajoy para la ejecución de duros recortes
El Gobierno se despide con la advertencia de que el PP tendrá que tomar «decisiones difíciles» para responder a la crisis
MADRID.Actualizado:Es posible que Mariano Rajoy acabe topándose con cierta oposición a sus futuras medidas de ajuste, pero de momento el Ejecutivo saliente se lo ha puesto fácil. José Luis Rodríguez Zapatero ha dedicado todo su empeño a dejar claro que las recetas de austeridad siguen siendo ineludibles. Fue el último mensaje del ministro Portavoz en funciones, y durante años su fiel escudero, José Blanco, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros que puso punto y final a siete años y medio de mandato. «El próximo Gobierno -subrayó- tendrá que tomar sin duda decisiones difíciles para responder a los desafíos que tenemos ahora como país».
Al tiempo que Blanco pronunciaba estas palabras, Zapatero y Rajoy celebraban en el Palacio de La Moncloa la entrevista con la que pusieron oficialmente el broche a un traspaso de poderes que los propios populares han calificado de ejemplar, al menos, en las formas. Es posible que aún tengan que hablar en el futuro sobre cuestiones económicas, pero ya será en otro contexto, con el líder del PP proclamado presidente del Gobierno y el secretario general del PSOE alejado del foco político.
Los socialistas insisten en que el ánimo de colaboración demostrado por el Ejecutivo en esta etapa final no variará ni un ápice cuando el lunes ejerzan ya como oposición en el debate de investidura. Alfredo Pérez Rubalcaba, presidente del grupo parlamentario socialista, lo dijo de otro modo tras su entrevista con del jueves con rey: «Actuaremos -dijo- como a Zapatero le habría gustado que actuara el PP».
Debate socialista
La materialización de este propósito está, en todo caso, por ver. El actual 'aparato' del PSOE defiende que no cabe otra postura, máxime después de que el pasado lunes, en la reunión de la ejecutiva, el aún presidente del Gobierno en funciones dibujara un panorama desolador para los dos próximos años. Pero los cargos del partido tienen ahora carácter provisional. Y quizá el equipo que asuma el poder tras el congreso federal de Sevilla, a principios de febrero, mantenga una posición distinta.
Hay mimbres. José María Barreda, el todavía líder de los socialistas castellano-manchegos (al que se presupone cierta afinidad con Carme Chacón), ya ha adelantado que hará oposición en la calle. Y el secretario general de los socialistas madrileños, Tomás Gómez, contrario a una eventual candidatura de Rubalcaba, sostiene que su formación cometería un error si no planteara un proyecto económico alternativo al del PP. A su juicio, es la asunción de políticas de corte neoliberal, e impropias de la socialdemocracia, lo que ha llevado al PSOE a perder de una tacada 59 diputados y 4,3 millones de votos.
El debate interno ya está, pues, servido; solo queda ver quién gana la partida y si hay posibilidad de encontrar un punto medio. Gómez aboga por «no reforzar, no pactar y no apoyar» políticas de derecha. Y lo que hasta ahora ha dado a entender Rubalcaba es que no pondrá palos en las ruedas del Gobierno, lo que tampoco implica un respaldo explícito. «Estamos ansiosos -ironizó Blanco- por saber cuáles van a ser las iniciativas de Mariano Rajoy», más allá de que desea que haya acuerdo para la reforma laboral a principios de enero y que la primera iniciativa que llevará a las cámaras será la ley de control presupuestario existen pocas certidumbres.
El dirigente socialista reiteró en su despedida que desea al próximo Gobierno «lo mejor». Pero no todo fueron buenas palabras; también hubo espacio para la crítica. «Espero que esto sirva para hacer propósito de enmienda y para reconocer el trabajo de Zapatero cuando tuvo que tomar decisiones difíciles -reivindicó-; deseo que se abra esta etapa desde la responsabilidad».
Lo que, en todo caso, está claro es que la marcha de Zapatero ha servido para que su relación con Rajoy se encauce cuando ya quizá sirva de poco. Como remarcó la vicepresidenta saliente, Elena Salgado, en TVE, «aunque el tiempo que viene es difícil, el líder del PP va a tener mejores condiciones objetivas». No solo por la actitud que prometen tener los socialistas, sino porque dispone de mayoría absoluta en las Cortes y de un poder institucional sin precedentes.