Túnez: los islamistas al timón
El presidente de la República tunecina, Moncef Marzuki, pidió al líder parlamentario del partido islamista, Hamadi Jebali, que forme gobierno
MADRID Actualizado:Esta misma mañana, con las formalidades muy medidas y ceremoniales de rigor, el presidente de la República tunecina, Moncef Marzuki, pidió al líder parlamentario del partido islamista, Hamadi Jebali, que forme gobierno. Dicho así parece una rutina democrática hija de los resultados de las legislativas de 23 de octubre: de hecho es historia pura para el país… y para el mundo árabe.
Jebali es el jefe parlamentario y el referente político de “al-Nahda” (literalmente, “renacer”) el gran partido islamista prohibido largos años, hijo del llamado en los años setenta “Movimiento de la Tendencia Islámica”, pero su jefe, fundador y autoridad indiscutida es Rachid al-Ghanuchi, largos años exiliado y vuelto de Londres en los primeros días post-revolucionarios en enero pasado.
Con buen criterio, y asumiendo un papel clásico de guía (“mursid”) más que de jefe, él hizo saber apenas puso pie en su país que no sería candidato al parlamento y adelantó también que no buscarían la presidencia de la República. En el país ultrapresidencial que ha sido Túnez desde su independencia, con los liderazgos interminables de Habib Burguiba y su sucesor Ben Alí, esto parecía sonar revolucionario… pero implicaba la voluntad, ahora explícita y legalizada, de crear un régimen parlamentario, no presidencialista.
Una revolución tranquila
Lo sucedido en las últimas 48 horas en Túnez no es solo resultado inevitable del triunfo islamista en las elecciones del 23 de octubre , cuando al-Nahda obtuvo 89 escaños en un parlamento de 217 pero en el que tienen representación 24 partidos como previó una ley electoral que, visiblemente, quería evitar avalanchas y sobre-representaciones. El segundo más votado fue el “Congreso por la República”, con 30, lo que posibilitó que su jefe, Mozef Marzuki, fuera elegido presidente de la República mientras Mustafá ben-Yaafar, del cuarto en discordia, “Etakkatol” (el “foro”), socialdemócrata, es presidente de la cámara.
Cortocircuitar al tercero, la sorpresa de la elección, el “Partido de la Petición Popular por la Libertad y la Justicia”, es debido a que se trata de una formación sobrevenida, posibilitada solo por la financiación de un millonario Hachemi Hamdi, multimillonario con residencia en Londres y dueño de la TV-satélite “Al Mustaqila”, masivamente utilizada en la campaña y cuyo resultado (26 diputados) la hizo sospechosa de ser la cobertura del régimen anterior y su partido disuelto, el RCT.
La revolución popular en enero terminó pronto y dio paso a una revolución tranquila que puede ser descrita como modélica. Un gobierno provisional, cuyo jefe, Beji Caid Essebsi, un octogenario de los años de Burguiba cuya gestión mereció el agradecimiento de Marzuki en su discurso de ayer, gestionó mientras se preparaban y celebraban elecciones para una asamblea constituyente. Este parlamento aprobó la semana pasada una “miniconstitución” para que un gobierno firme tome posesión mientras se elabora la Cara definitiva que deberá ser aprobada por referéndum.
El inmediato porvenir
El gobierno va a ser de conciliación nacional, casi de concentración nacional, pero además de su jefatura en la persona de Jebali, aporta Interior (Alí Larayedh) y Exteriores (Rafia Abdessalem, politológo y periodista exiliado y yerno de al-Ghannuchi). En Hacienda estará un representante de “Ettakatol” y Abdelkrim Zbidi sigue en Defensa, por su excelente y apartidaria gestión durante difíciles años para el orden público y con el conflicto libio anexo.
La “miniconstitución” fue adoptada el sábado pasado por 141 votos favorables contra 37 y 39 abstenciones y su vigencia, por temporal que sea, permitirá la gestión de los asuntos urgentes, incluido el declive económico y las amenazas que para el vital sector turístico podría suponer a medio plazo la instalación de un gobierno con un fuerte componente islamista, es decir, percibido como rigorista en la moral pública y defensor de la modestia en los atuendos y los usos sociales.
El ejecutivo es muy consciente de esto y los compromisos explícitos del nuevo primer ministro sobre el particular sugieren realismo y pragmatismo a raudales. Ayer dijo Hamadi Jebali, sin ir más lejos, que “ahora lo esencial es defender las libertades”. El sabe de lo que habla: pasó casi quince años en las cárceles del régimen depuesto y el respetado presidente de la República, Marzuki, es acaso el más valeroso y antiguo resistente igualmente represaliado sin tregua durante veinte largos años. Los islamistas, los liberales y los socialdemócratas juntos ¿harán el prodigio de la concordia, el éxito económico y la normalidad institucional”. Nada menos que todo eso está en juego en este nuevo Túnez…