Todo a media luz
Actualizado:Arrojados en la sombra de una larga víspera, lo único que los españolitos vemos claro es que el nuevo Gobierno que forme Rajoy tendrá que subir el precio de la luz. Quienes calculan bien sus ganancias tienen que evaluar las pérdidas que van a suponer para los demás, no sea que vayan a pasarse y todo esto acabe por explotar. El llamado ‘viejo profesor’, Tierno Galván, que era un farsante lúcido, al que siempre admiré, me dijo que en política se está necesariamente en contacto con la mugre y hay que lavarse con frecuencia para no oler mal. Solía repetir esa idea, para seguir profesando otras, hasta que los suyos, que habían estudiados menos que él, le llamaron la «víbora con cataratas». Otros ofidios vinieron después y ahora todo es un nido de bichos innombrables. Lagarto, lagarto.
La cumbre del clima no ha logrado cerrar en Sudáfrica el reparto mundial de emisiones y prefiere aplazar Kioto para darnos un respiro. En situación semejante de pestilencia se encuentra la Casa Real después del llamado ‘caso Urdangarin’. «De fuera vendrá quien de tu casa te echará», dice un refrán español, no menos terrible que los que pueden leerse en los desoladores tratados de paremiología, que resumen nuestra mala leche congénita y hereditaria.
La ventaja única que ofrecen las cosas cuando van mal y casi no pueden ir peor es que su futuro representa siempre un horizonte de mejora. Hay que detallar las cuentas casa por casa, incluso de las de la Casa del Rey, que Dios guarde incluso de los más cercanos. La Corona se empaña con cualquier mal aliento, pero sobre todo con cualquier desaliento colectivo, pero lo que más le perjudica es la oscuridad. «Luz, más luz», que dijo el clásico, pero sobre todo «golfos, menos golfos», que decimos los amenazados contribuyentes. No se puede aclarar el panorama, que es el más brumoso que ofrecen los últimos partes meteorológicos, sin aclarar algunas concienias.