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MILENIO

BUENOS ROLLOS

JUAN TEBA
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Los 'número uno' de cada formación política suelen reservar los trabajos y tareas más histriónicas y espinosas a sus respectivos 'números dos'. Lo idearon los socialistas en los albores de la democracia reconquistada en la madrugada del 23F, con aquel esperpento del pistolón en la mano derecha mientras gritaba «¡Todos al suelo!». Tejero fue el 'número dos', pero el 'número uno' sigue aún sin conocerse.

Felipe González era el dialogante y Alfonso Guerra el sarcástico. Duró lo que aquel tándem nocturno en las Cortes que acabó disolviéndose como un terrón de azúcar en una taza de café, pues a partir de aquel tiempo de una noche de la España de curvas cerradas, los partidos imitaron a la pareja socialista. Al día de hoy, aquella fórmula 'del bueno' y 'del malo', está tan altamente utilizada que lo que extraña a la afición es cuando no se utiliza.

El inquieto Javier Arenas, cuando antes existieron las parejas Suárez/Abril Martorell, entra otras parejas medulares, eligió a su secretario general en Andalucía, Antonio Sanz, un hombre comprometido y entregado al jefe, de forma y manera que cuando el inquieto Arenas vaga por espacios no andaluces deja a Sanz como su 'alter ego' y encargado de la casa de los populares. Borbolla, José, presidente de la Junta en su tiempo, tuvo a Gaspar Zarrías de 'guarda de la porra', o Alejandro Rojas Marcos, el andalucista, contó con Luis Uruñuela. ¿Quién tiene Griñán en estos tiempos imprevisibles? La cartelera de cine y las tapas de los bares del casco histórico de Sevilla. Griñán es más poeta que político y más calmado que un mediodía de Agosto.

Volviendo a Javier Arenas, anotemos que su hombre de confianza, el citado Antonio Sanz, llegó días atrás a la conclusión de que los socialistas manejaban el IFA como su banca privada al servicio de sus intereses privados y electorales. Qué fuerte. Hay que advertir ante el interés general ciudadano fde que en política se amenaza en abundancia sin mayores trascendencias. Lo hemos contemplado el pasado miércoles por televisión, cuando llegaron a la Bruselas de la convulsa UE los notables (ex) rivales, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. Después de tantos zarpazos como se han dado a lo largo de los últimos cuatro años, el uno y el otro compartían sonrisas, abrazos, buenos rollos, plácemes y reconocimientos múltiples.