La UE intenta blindar el euro sin quebrar su unidad
El eje franco-alemán se enfrenta a Reino Unido en su afán por reformar el Tratado, aunque solo participen los miembros de la divisa común
BRUSELAS.Actualizado:La UE inició ayer una misión casi imposible. Los Veintisiete abrieron dos días de intensas reuniones en Bruselas con el objetivo de blindar el futuro del euro, pero sin llevarse por delante la estructura actual de la Unión. Espoleados por Francia y Alemania, los 17 miembros de la moneda única buscan profundizar en su integración fiscal, especialmente a través de una mayor disciplina acompañada de duras sanciones. La tesis de fondo es que un acuerdo de este calado convencería a los mercados de que la divisa común jamás será desguazada. El resto de socios, con Reino Unido de paladín, temen que en este proceso pierdan más influencia y se produzca la mayor fractura en 60 años de proyecto europeo.
El ensanchamiento de la brecha entre el club del euro y los demás llegaría de la mano de la reforma del Tratado de Lisboa, la columna vertebral de la legislación europea que entró en vigor hace dos años. Francia y Alemania defienden que la revisión de la normativa es indispensable para que los mercados recuperen la confianza en la moneda única. Ambos preferirían que los Veintisiete acordaran juntos la nueva legislación, pero en Europa todos no tienen los mismos intereses. Mientras en que el seno de la divisa común existe un consenso amplio, países como Reino Unido y Suecia desconfían.
Celosos de su soberanía, rechazan que la Eurozona adquiera poderes que les afecten indirectamente. El Reino Unido, históricamente el socio más incómodo para la Unión, lidera el frente opositor a una moneda única con su arquitectura política reforzada. Antes de la cumbre, el primer ministro británico, David Cameron, ya avisaba de que no vacilaría al vetar una reforma del Tratado. «Voy a hacer lo mejor para Reino Unido», remarcó. Presionado por el ala euroescéptica de su partido, el líder 'tory' pretende ante todo proteger a la City londinense, el mayor centro financiero europeo y uno de los grandes motores de la economía británica. El escenario probable es que Cameron reclame control absoluto sobre la legislación de los mercados a cambio de su apoyo a la renovación de la moneda única.
Merkel y Sarkozy, sin embargo, no parecen dispuestos a pagar el precio exigido por Londres. En su propuesta conjunta elaborada para la cumbre, ambos remarcan que están decididos a avanzar en «la competitividad y la convergencia económica» sin que participen todos los miembros de la Unión.
«Egos e intereses»
La canciller alemana alertó antes de la cumbre de que la Eurozona no quedará paralizada por las discrepancias. Tras reclamar «compresión» a los socios sin la divisa común en sus bolsillos, Merkel abogó por «dejar a un lado los egos y los intereses nacionales». «El euro ha perdido credibilidad y debe ser restaurada», agregó a su llegada a Bruselas . La UE se ha enfrascado en la revisión del Tratado por exigencia de Berlín. El Gobierno germano sostiene que la crisis de la deuda tiene su origen en la falta de confianza de los mercados en la disciplina fiscal de los países. Con este diagnóstico, concluyó que el mejor antídoto era una reforma de envergadura para extremar el control de las finanzas públicas.
El planteamiento alemán, consensuado con Francia y respaldado en buena medida por Herman Van Rompuy, tiene como bandera la aplicación en toda la Eurozona de la regla de oro. Al igual que hizo España este verano, el eje-franco alemán quiere que todos los socios consagren en sus constituciones el objetivo de déficit cero. Esta exigencia se complementaría con sanciones más contundentes y automáticas a los países que no controlen los desfases en sus cuentas. Paralelamente, se pretende que Bruselas cuente con poderes para imponer cambios en el presupuesto si un país incumple el principio de austeridad.
El desafío para estos dos días de cumbre no sólo pasa por remodelar la UE. La zona euro pugna también por articular una solución de urgencia para calmar a los inversores. Existen varias alternativas encima de la mesa, pero la última idea es combinar los dos fondos de rescate europeos -el temporal y el permanente que entrará en funcionamiento el año próximo- para proteger a los países acosados por la mercados. También se negocia aumentar la implicación del FMI con un conjunto de préstamos bilaterales de los Veintisiete que ascenderían a 200.000 millones.