LA CRISIS QUE DEVORA

El secretario general del PP andaluz, Antonio Sanz, afirmó fechas atrás que el líder Griñán era 'un candidato bajo sospecha', por el asunto de los ERE de la Junta que no acaban de oler bien, a la presidencia de la Junta en las próximas elecciones autonómicas. Quizás, técnicamente, y punto en boca, Griñán no sea un líder arrebatador, pero sí es un ciudadano discreto aunque ligeramente delicuescente.

Estos altos cargos del PP fundado por el ilustre Fraga Iribarne, conocido así en el franquismo, don Manuel, para los devotos y militantes del partido en la democracia, aún quedan dirigentes algunos dirigentes radicales de la época fundacional de la organización. Este Sanz, que batalló duramente contra los presidentes socialistas Rodríguez de la Borbolla y Rafael Escuredo, y que al parecer mantiene su dureza dialéctica fundacional, no suele pararse ante los semáforos de la vida: contempla, apunta y dispara. Arenas le adora, y lo maneja bien, eso sí, siempre acudiendo a él en los momentos adecuados.

Así son los líderes políticos. Cuando a éstos ya no le resultan rentables los mandamases de turno le apean de su cargo. Pregúntenle a Salvi Domínguez, en sus tiempos de esplendor como mandamás de la RTVA, cómo se lo quitó de encima Borbolla. Ahora, probablemente, el nuevo presidente juntero que surja de las autonómicas de marzo, se quitará sin mayores escrúpulos al dúo ejecutivo de la repetitiva cadena. Ya lo adelantó un alto cargo del PP: «Después de haber manipulado la actual televisión numerosas veces no vamos a dejar a la misma dirección». Es curioso. Esta crisis que va devorando todo lo que encuentra, incluso la inocencia de los virtuosos y los bien pensantes, anoten la extraña experiencia que ha vivido estos días el presidente "in pectore" español, el señor Rajoy. Se ha desplazado desde Washington el secretario del Tesoro USA, el señor Geithner, para examinar el programa del señor Rajoy y, al parecer, mister Geithner ha salido muy satisfecho del proyecto económico. Sin embargo, el señor Rajoy sabe menos de economía que un tertuliano de un programa del corazón.