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LA ÚLTIMA CENA

COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL Actualizado: Guardar
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Dicen que las desgracias nunca vienen solas, y que además vienen siempre en mala compañía. Por eso fue por lo que la crisis llamó a sus amigas pobreza, desesperación y tristeza y se instalaron cómodamente en nuestra cartera. Dicen que cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana y hasta hace muy poco lo único que teníamos costumbre de tirar por la ventana era la casa. Cuando éramos ricos, cuando brindábamos con burbujas inmobiliarias, cuando se podía comprar hoy porque siempre pagaban otros. Se acabó la comedia y empieza el drama. Siempre fue el drama el género teatral preferido por las clases populares, por ese irresistible placer de la perversidad de ver en escena desgracias más desgraciadas que las que alimentábamos en casa. Pero no éramos clases populares, éramos siempre de alta gama. Y nos juntábamos con los de la empresa -cuando trabajábamos- y elegíamos un menú tan sofisticado que nadie podía identificar en la carta más que los excesivos precios y bebíamos en barras libres de toda sospecha.

Se acabó. Ya lo dicen los hosteleros, han bajado los precios, la calidad y el setenta por ciento de las reservas para comidas de empresa. Lo que les decía, las desgracias vienen a pares y la coincidencia de fechas festivas con fines de semana complica aún más la cosa. Ya no somos clase media, en todo caso somos de media clase, porque trabajan pocos, y los que lo hacen, reconocen que estos encuentros tienen un aire trágico y decadente como de última cena. Aprovéchenla, sean optimistas, de todos modos, si es la última cena puede ser que luego hasta resucitemos. Quién lo sabe.