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XXXIII aniversario de la constitución

Zapatero recupera la sonrisa

El presidente se muestra distendido en su último acto oficial en España en contraste con la seriedad de Rajoy y Rubalcaba

RAMÓN GORRIARÁN
MADRIDActualizado:

José Luis Rodríguez Zapatero estaba feliz en el acto conmemorativo de la aprobación de la Constitución. Por primera vez en mucho tiempo el aún presidente del Gobierno sonreía, departió dicharachero con unos y otros, se hizo fotos con todo el que quiso posar con él, hasta se hizo una con una camiseta de su equipo, el Barça. Parecía haberse quitado de encima la losa de la responsabilidad y de los agobios por la crisis de la deuda. Se asemejaba más al Zapatero de los días de vino y rosas de la primera legislatura.

No rehuía la conversación con nadie. Charló en tono cordial con Mariano Rajoy y hasta se tomaron una cerveza juntos. ¡Quién lo habría dicho hace unos meses! Mantuvo un animado corrillo en el que no faltaron las carcajadas con viejas glorias socialistas como Alfonso Guerra, Gregorio Peces-Barba y José Montilla. No se le vio, en cambio, en compañía de Alfredo Pérez Rubalcaba o Carme Chacón, quizá porque quiere llevar al extremo su neutralidad en la disputa por su sucesión al mando del PSOE. "Me voy -comentó- con la conciencia tranquila".

Todo un contraste con el rostro serio y el tono a media voz de Rajoy. Requerido por aquí y por allá, acosado por tierra, mar y aire por una multitud que quería hablar a toda costa con el próximo presidente del Gobierno para felicitarle o para lo que fuera, se mostró siempre circunspecto.

El ganador de las elecciones no se prestó a las bromas como en otras ocasiones, y apenas volvió a ser el de siempre cuando fue consultado sobre su pronóstico para el Madrid-Barça del sábado. "Tres a uno", dijo rotundo como el consumado merengue que es. Era la viva imagen del hombre abrumado por la que se le viene encima.

Apenas esbozó una sonrisa al hablar de sus futuros ministros. "No he hablado con nadie y el que diga algo hace quinielas", apuntó con un toque de socarronería. Todas sus conversaciones giraban sobre lo mismo: euro, deuda, Merkel, Sarkozy, paro, Bruselas, reformas,. Vamos, una alegría de hombre y de conversación.

Si Rajoy estuvo serio, Rubalcaba lo siguiente. El excasi todo, vicepreidente, ministro y candidato, estuvo casi huraño. Entró en el Congreso a escondidas, eludió los micrófonos y las cámaras, aunque luego se lo debió pensar e hizo unas breves declaraciones. Cuando la barahúnda de informadores se le echó encima para saber si va a ser candidato a secretario general del PSOE despejó el balón fuera del campo y se negó a hablar del asunto.

Nadie más volvió a acercarse a él para tratar de la candidatura, que era lo que interesaba al personal. Charló un rato con Rajoy, de Europa en exclusiva, según dijo, con Soraya Sáenz de Santamaría, con José Antonio Alonso, con Elena Salgado, pero estaba incómodo, desasosegado, como con ganas de irse cuanto antes.

Multitudinaria

Alrededor de los tres protagonistas de la jornada bullía un mundo de gente. Fue la recepción más nutrida y animada de los últimos años, y eso que las Cortes están disueltas. Entre la multitud la gran mayoría era popular. Había decenas de diputados y altos cargos del PP por un puñado de socialistas, Gobierno aparte. Los cinco parlamentarios de UPyD, con Rosa Díez al frente y el actor Toni Cantó de reclamo estelar, también se dejaron ver. Hasta seis presidentes autonómicos acudieron al Congreso, cuatro, los de Aragón, Galicia, La Rioja y Castilla-La Mancha, del partido de Rajoy, más el asturiano Francisco Álvarez Cascos y el canario Paulino Rivero. Tampoco faltaron los expresidentes del Congreso y del Senado Fernando Álvarez Miranda, Landelino Lavilla, Juan José Laborda, Federico Trillo, Luisa Fernanda Rudi y Gregorio Peces-Barba, que se quedaron después a comer invitados por Bono. Almuerzo que también disfrutaron Zapatero y Rajoy. Hasta el veteranísimo Santiago Carrillo con sus 97 años se acercó un año más a la cámara legislativa.

Era tal el gentío que el salón de Pasos Perdidos se quedó pequeño para albergar a semejante humanidad. Había corrillos en los pasillos, salas adyacentes y hasta el hemiciclo se vio invadido por invitados copa en mano. Ante semejante aglomeración la ausencia de los nacionalistas y de IU no se notó en términos numéricos aunque sí en los políticos.

A los habituales plantones del PNV, Esquerra Republicana y BNG, se sumó este año CiU, que faltó por primera vez desde 1978. No estuvo ni se le esperaba nadie de Amaiur. Sorprendió, en cambio, la deserción de Izquierda Unida que siempre ha festejado la Constitución. Su líder, Cayo Lara, se acercó a la cámara para explicar que no acudía porque PSOE y PP han "devaluado" la Carta Magna con la reforma exprés de julio. Y se fue.

En las inmediaciones se manifestaban grupos favorables a la III República, pero su griterío no llegaba y nadie en el Congreso se dio cuenta.