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Editorial

Austeridad al cubo

El plan esbozado por Merkel y Sarkozy no facilita la salida a los países más endeudados

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A medida que se acerca la cumbre europea del 8 y 9 de diciembre, la concertación franco-alemana va llegando a acuerdos y empiezan a conocerse algunas propuestas para afianzar la moneda única. Se sabe ya, por ejemplo, que Angela Merkel y Nicolas Sarkozy impulsarán tanto la reforma de las Constituciones nacionales como la reforma de los tratados europeos para reforzar la disciplina fiscal. En el plano europeo, esta iniciativa llevaría a revisar al alza las sanciones a los países incumplidores de los criterios del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, hoy ampliamente ignorado por sus signatarios. Una novedad adicional es que las nuevas reglas podrían pactarse solo entre los miembros de la actual eurozona, a diferencia de cómo se hizo el Tratado de Maastricht que lanzó en 1992 el proyecto de la unificación monetaria, aunque ya preveía que algunos Estados no participarían en ella. La clave para saber si la nueva apuesta por la disciplina es seria dependerá de si se otorgan poderes a la Comisión y del Tribunal de Justicia europeo para velar por este pacto, con independencia de los intereses nacionales. La noticia de que Berlín y París abogan por desarrollar como 'gobierno económico' de la Unión al Consejo de jefes de gobierno, que pasaría a reunirse mensualmente, es una indicación de la falta de realismo de la pareja, dada la falta de eficacia y de visión europea de este Consejo en los últimos años y su incapacidad completa de aplicar los acuerdos a los que llega. En cualquier caso, de todo lo que ha trascendido hasta ahora se deduce que no habrá 'refundación' y por lo tanto no se irá a una unión fiscal con un presupuesto único, un tesoro común y un verdadero banco central que haga de prestatario de último recurso y que emita eurobonos. El camino elegido es el de la austeridad al cubo, favorecido por Alemania, que además tiene que vencer las resistencias de Sarkozy de transferir más poder a las instituciones de Bruselas. No habrá de este modo una salida fácil de la crisis para los países más endeudados. A España el interregno entre Gobiernos le sitúa en una posición débil para defender sus intereses, a pesar de los contactos informales que se están llevando a cabo estos días.